El suministro de gas, no dependiente de Rusia, a
Centro Europa y los Balcanes era una de
las pocas bazas, sino la única, de que disponía Grecia en la negociación con la
UE.
Una baza basada en la inclusión, hace 2 años después de los
primeros amagos de Rusia de cerrar la llave del gas, del gasoducto TAP que
transportaría el gas de Azerbaijan a Europa a través de Grecia en el plan de
infraestructuras críticas de la UE. Una baza que se reforzó con las sanciones
comerciales a Rusia, debido a la guerra de Ucrania, que incluían el reducir la
compra de gas ruso.
Rusia respondió, cancelando, ante las presiones de la UE, el
denominado South Stream que llevaría el gas ruso a través del Mar Negro y
Bulgaria a Europa, y firmó un acuerdo con Turquía: el Turk Stream, para dejar
el gas en su territorio y que desde allí entrara en Europa y además amenazó con llevarse su gas a China y
la India.
En este escenario Grecia era la puerta de gas no ruso a
Europa a través del gasoducto TAP que además contaba con la bendición de EE.UU.
Pero también era la puerta sur al gas ruso, conectando en la
frontera greco-turca con el Turk Stream.
El gobierno de Syriza al ganar las elecciones anunció que
quería renegociar las condiciones leoninas del TAP y fue seriamente amenazado por EE.UU.
Cuando además Grecia negoció con Rusia la posibilidad de
conectarse al Turk Stream, las amenazas subieron de tono, con visitas de
“enviados especiales” incluidas y llamadas a Washington. La UE se unió al coro
con declaraciones amenazantes del halcón conservador polaco el presidente Tusk.
Pero la baza parecía segura, y más al intensificarse las
sanciones a Rusia, la instalación de misiles antimisil en el Báltico y Polonia
y la campaña anti rusa y anti Putin en particular en la prensa
europea y en especial la alemana. Incidentes con aviones en Estonia y
submarinos rusos en Suecia, y un paseo de acorazados americanos por el Este de
Europa intensifican el clima de guerra fría.
En este escenario jugaron los griegos y apostaron que la UE
se avendría a razones con la deuda si quería gas. Muchos también lo creímos.
Pero nos olvidamos de la visión alemana del poder, que va de Bismarck a Carl Schmitt:
“Soberano es el que establece las excepciones” y de la historia; o sea del
tratado Ribbentrop-Molotov donde en 1939, para sorpresa de los que habían
luchado contra el fascismo, Alemania y Rusia se repartieron Europa antes de la
II Guerra Mundial.
Algo no iba bien para Grecia, cuando el 17 de junio, entre
anuncios de que una solución estaba cerca, el presidente del Banco Central
Griego, que en la práctica es un funcionario del Banco Central Europeo, hizo
algo inaudito; publicó una nota de aviso al gobierno griego.
El 18 de junio, se celebra en San Petersburgo La Conferencia
Internacional de Comercio. Tsipras tenía anunciada su asistencia al igual que
Putin y algunos esperábamos que fuera decisiva para saber si finalmente el
gobierno griego conseguía firmar con Rusia el acuerdo de construcción de un
gasoducto que le permitiera seguir negociando con la UE con posibilidades.
El anuncio en todos los medios de comunicación fue el de un
preacuerdo para seguir acordando el gasoducto griego y buenas palabras.
No eran buenas noticias, pero la noticia realmente
importante fue la que apenas fue noticia. Solo apareció en segunda línea en
algunos periódicos alemanes y en el Wall Street Journal. Ni el Financial Times
ni el Frankfurter, ni el siempre escandaloso Die Welt , con todo lo que tiene
que ver con Rusia, se hicieron eco de la noticia. Y la noticia era que Rusia y Alemania habían acordado duplicar la capacidad del North Stream.
Un gasoducto que conecta, a
través del Mar Báltico, Rusia y Alemania. Ahora, además, tendría un ramal hasta
Inglaterra.
Gazprom había dado marcha atrás en su amenaza de no vender
más gas a Europa y Alemania se hizo a si misma una excepción del embargo
comercial a Rusia, que aplica a todos los demás, firmando un contrato de
construcción por casi 10.000 millones de Euros y se supone contratos de
suministro de gas a largo plazo.
El contrato lo firman E.ON de Alemania, Shell y OMV la
empresa austriaca controlada por el estado, que es líder de la distribución de
gas en el Este de Europa y los Balcanes.
Francia GDF Suez no participa.
El Centro, el Este de
Europa, Italia y los Balcanes pueden recibir el gas desde Alemania. Si se
construye el TAP bien, pero también bien o quizás mejor si no se construye ya
que la dependencia de Alemania sería mayor.
No es de extrañar ahora que el 20 de junio Tsipras, en un
intento de salvar lo que pueda, anuncie un paquete de reformas, con recortes
que iban mucho más allá de lo que le habían pedido al inicio de la negociación.
El 23 de junio, la UE ignora la propuesta de Tsipras y le
presenta otra más humillante con un lo tomas o lo dejas.
El 27 de junio Grecia rechaza el ultimátum de la UE y
convoca el referéndum.
El 29 de junio Alemania invade Polonia. Perdón: los bancos
griegos cierran asfixiados por el Banco Central Europeo.
El 6 de julio Tsipras
llama a Putin con el No del referéndum en la mano. Rusia informa que ha sido
Tsipras el que ha llamado y que le desea lo mejor. No hay refuerzos ni ayuda
para el frente.
El 12 de julio Tsipras capitula en Bruselas.
El 24 de julio
oficiales del ejercito de ocupación se presentan en Atenas. Perdón de nuevo: vuelve
la Troika.
El 11 de agosto se acuerdan las condiciones del armisticio. Vale la pena leerlo. Grecia se convierte en una colonia de facto.
El vencedor Alemania se ha convertido en la superpotencia
europea, que controla la vida o muerte económica de casi todos en su propio
beneficio y tiene además, de momento, la llave del gas ruso.
Continuará.
Lo de Grecia se jodió el 18 de junio. Casi sin enterarnos. En
silencio. Como todo lo que importa.