21 diciembre 2007

Europa. Hay razones para la esperanza.

Hace unos días en una cafetería de Madrid, pude escuchar una conversación en castellano entre una acaramelada pareja de veinteañeros. El castellano era correcto pero con fuerte acento, ninguno de los dos era español y sin embargo utilizaban el castellano como lengua de comunicación. Un síntoma de la importancia que quizás está tomando el castellano.

La globlalización ha sido hasta ahora fundamentalmente cosa de los ricos, de los que han viajado desde siempre, de los que iban al colegio suizo, después a la universidad inglesa o americana, tejiendo así desde muy jóvenes la red de contactos que después convertirían en las relaciones de negocios de los que forman parte del club selecto de los iniciados.

Los dos jóvenes de Madrid, no parecían pertenecer a este club, así que a lo mejor la globalización en el futuro será cosa de todos los ciudadanos. Cuando esto ocurra los del club perderán una gran parte de su ventaja y se encontrarán con la horma de su zapato.

Es posible que los acólitos de mercaderes que dirigen la Unión Europea, no contaran con que al abrir las puertas a los negocios también lo hacían a los ciudadanos, y que al comunicarse descubrirían que Europa podía ser algo más que 300 millones de consumidores.

Nunca se sabe lo que puede pasar cuando se abre la puerta de una jaula, así que a lo mejor hay razones para la esperanza.