04 mayo 2009

El Corazón

Hoy la ciencia nos dice que somos lo que somos gracias a una muchedumbre de neuronas que con sus dendritas charlatanas intercambian los mensajes del afecto, la solidaridad, el odio y la pasión, nadando en un potaje químico que llamamos cerebro.
Y, que todo esto es el resultado de un alfabeto de solo cuatro letras: GATC con el que se expresan los genes. La vida sería en realidad, como alguien dijo, la forma rebuscada que tienen los genes de reproducirse a si mismos.
Sin embargo seguimos amando de todo corazón, confiando a corazón abierto, entregándonos con el corazón en la mano, nos tememos lo peor con el corazón en un puño y esperamos lo imposible con una corazonada. Atribuimos al corazón todo lo humano cuando nos alejamos de aquellos que creemos que no tienen corazón. Unamuno, siempre trágico, escribía: Amigo mío: Si pudiera te abriría el corazón y vertería en él sal y vinagre, para que sufras lo que yo sufro, para que sientas lo que yo siento.
Y es que a pesar de que la ciencia afirme lo contrario, seguimos atribuyendo al corazón, una pequeña bomba, la esencia de la trama de la vida, y al perderlo, aunque sea un poco, creemos que un trozo de nosotros nos ha dejado para siempre.