03 diciembre 2011

¿Qué va pasar? ¿Qué hacer?

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¿Qué va a pasar?. Esta es la pregunta que muchos nos hacemos hoy, y a la que otros muchos dan respuesta más o menos interesada.

Para responder, es necesario en primer lugar, como en la guerra, hacer un recuento de las fuerzas en presencia. He aquí la situación.

La expansión económica de Europa, durante los últimos diez años se ha basado en la creación de euros baratos por el Banco Central Europeo, para financiar entre otras cosas, la reunificación de Alemania. Con esta inyección de euros, Alemania renovó y reforzó su estructura industrial, y financió un ambicioso programa (Harz) de reforma del mercado laboral y las pensiones, reduciendo salarios y costes laborales, aumentando todavía más su competitividad. En esta situación Alemania se convirtió en una máquina de exportar bienes, pero también capitales, resultado del ahorro de los alemanes, al resto de Europa pero también a EE.UU. Los bancos de los PIIGS se vieron inundados de dinero alemán barato deseoso de hacer negocio. También Francia, con una potente banca, se apuntó como intermediaria en este rio de euros y prestó ingentes cantidades de dinero. El dinero fructificó, por decirlo de algún modo, en formas distintas, dependiendo del terreno, o sea del país. En Grecia, corrupción gigantesca y creación de un país clientelar de la élite dirigente corrupta. En Italia la corrupción y una administración y tejido empresarial y laboral dirigidos con practicas mafiosas se encargó de drenar el dinero: Italia tiene un índice de corrupción similar al de Marruecos o Túnez. En Irlanda, el dinero acabó en una burbuja inmobiliaria, lo mismo que en España. En nuestro caso agravada por el tamaño de la burbuja y acompañada de un Monopoly, en el que las fusiones y adquisiciones de empresas en España y fuera de España, con dinero prestado y arriesgadas maniobras financieras, fueron las fichas.

El proceso anterior fue acompañado en todos los casos, en mayor o menor medida, por un aumento del gasto público, para crear infraestructuras, pero también dilapidar en Ciudades de las Ciencias, Museos de Arte Moderno y Centros Culturales de diseño, Aeropuertos, Alta Velocidad, Olimpiadas, etc.

Este gasto público, dio lugar a un déficit en los presupuestos del Estado, que se financió con la venta de Bonos, que adquirieron, como no, bancos alemanes, franceses, ingleses, suizos, holandeses, austriacos, etc., dependiendo de la zona de influencia.

Este aspecto de las áreas de influencia, hace que las relaciones sean distintas en el caso de Irlanda. Si nos limitamos a Grecia, Portugal, Italia y España en 2007 los bancos alemanes y franceses acumulaban una gigantesca cantidad (decenas de billones de euros) de deuda publica y privada de estos cuatros países. Y además financiaban el pago de los intereses de esta deuda y el déficit de los presupuestos de los Estados. Una situación solo sostenible mientras la máquina de generar dinero de EE.UU. se mantuvo en marcha, para financiar guerras, pero también para crear una burbuja de crédito, que no iba a ser posible devolver. Cuando estalla esta burbuja los fondos de inversión y bancos alemanes y franceses se ven afectados severamente y necesitan ayuda pública, pero también miran a sus acreedores PIGS, y les dicen: Hemos tenido un problema, así que se acabó el dinero barato y tenemos que hablar de la devolución de los prestamos. Esto es lo que se llama “contagio”.

Desde entonces las maniobras de Francia y Alemania han estado orientadas a salvar sus bancos, y por lo tanto el capital acumulado. Eso es todo.

Para ello han prestado dinero a alto interés para que Portugal y Grecia devuelvan el dinero prestado. O sea que ambos solo trabajan para pagar intereses. Además, tienen que emprender una política de privatización de bienes públicos masiva, para asegurar que al menos una parte del dinero será recuperado por los acreedores. Esto lo llaman "rescate".

La puntilla se produce cuando se exige a los bancos europeos que provisionen pérdidas considerando la calidad de la deuda pública indicada por las agencias de calificación. Hasta entonces la deuda publica era un activo seguro. Todos los bancos se lanzan a vender deuda española, italiana, francesa, y a acumular capital. No hay prestamos. No hay dinero.

España no es rescatable, es decir los prestamistas no tienen dinero suficiente para prestarnos para que devolvamos el suyo con intereses, así que, recurrieron a la amenaza. El 20 de mayo se hizo realidad. En Italia, otro no rescatable, hizo falta más. En ambos países ahora hay gobiernos dispuestos a hacer lo que sea para devolver la deuda contraída. Aunque sea a costa de desmantelar el país en el que viven. Les han asegurado su bote salvavidas en el Titanic.

Alemania no quiere que se impriman euros, ya que eso, sin más, daría lugar a inflación devaluando los ahorros alemanes. La condición es que otros produzcan mucho más barato y privaticen lo que les queda, para lo cual quieren tener mano libre y controlar las finanzas de los deudores. Francia, que está en peor situación que Alemania, porque ha prestado lo mismo o más, pero no tiene una maquinaria de exportación comparable, no quiere ni oír hablar de control alemán.

Alemania tampoco quiere eurobonos, es decir bonos emitidos con la garantía de todos los países del euro, y por lo tanto con menor tipo de interés, ya que implicaría que también aumentaría el coste de financiarse de las empresas alemanas que ahora mismo es negativo, es decir el tipo de interés es inferior a la inflación. De nuevo exige, como en la guerra, compensaciones: control de las finanzas y la economía de los deudores en provecho propio y privatización. Es la versión moderna del saqueo.

Alemania, su élite, no quiere que desaparezca el euro. Francia no puede permitírselo, si no quiere pasar a la segunda división B. Sin embargo las posturas de Francia y Alemania están tan enfrentadas que no se va a llegar a ningún acuerdo de reorganización de la UE. No lo necesitan, tienen a los países aterrorizados. En Grecia las manifestaciones se desvanecen, al igual que en Italia.

Mi pronostico es que, con gran fanfarria, van a aumentar la capacidad del Banco Central Europeo para comprar deuda de España e Italia, para que nos podamos financiar sin colapsar, aplicando las políticas de control y saqueo a través de los gobiernos títere de tecnócratas y asimilados (PP). Serán lustros de empobrecimiento, bajo la tutela constante de Alemania que con una llamada al BCE podrá apretar las tuercas en cualquier instante, hasta que paguemos, si es que lo logramos. No hay que olvidar que en un país como el nuestro se dan muchas condiciones para que el empobrecimiento nos lleve a la degradación social y la emigración de los mejores. ¿Queremos ser alimentados por la beneficencia europea? Vamos camino de ello.

El Tribunal Constitucional de Alemania al validar el Tratado de Lisboa estableció que hay un núcleo de soberanía que no podía ser trasferido a la UE, entendiendo como tal todo aquello que “privara a los alemanes de su capacidad de influir en sus condiciones de vida de forma política y socialmente responsable”.

Así que hay salida. Apliquemos lo que dice el Tribunal Constitucional de Alemania. Para ello hay que crear un movimiento social lo suficientemente fuerte que nos permita cambiar el gobierno primero, la Constitución después, proclamar la República, denunciar el tratado de la UE como contrario a nuestra Constitución y salir del Euro. Es un programa estratégico para llevar a cabo en sus plazos pero con determinación.

Reforzando, de verdad, las relaciones con Hispanoamérica, lo pasaremos muy mal pero saldremos más fuertes, habrá una ilusión para trabajar, quedarse y luchar. Tenemos más armas de las que parece: somos el pasillo para llevar a Europa la energía renovable del norte de África, imprescindible para Alemania. Si algún país es Europa y ha hecho Europa,  ese somos nosotros. Nadie nos va a echar de ahí. Ya volveremos a otra Europa mejor. La Historia, y nosotros lo sabemos como pocos, es larga.