02 noviembre 2007

La estafa de las hipotecas basura.

El banco Merrill Lynch acaba de anunciar 2.300 millones de dólares en pérdidas. Su presidente, con un salario de 26 millones de dólares en 2006, ha sido destituido. La razón, según sus colegas de la dirección del banco, la agresiva política de inversiones del destituido. El despido ha ido acompañado de una indemnización de 160 millones de dólares. Algo realmente sorprendente para alguien responsable de perder tanto dinero ajeno.

Merrill Lynch, es el último de una serie de bancos e instituciones financieras, que anuncia pérdidas multimillonarias atribuyéndolas a las hipotecas basura. Pero los números no cuadran.

Si aceptamos que las hipotecas basura solo existen en EE.UU., para explicar las pérdidas de Merryll Lynch, 300 millones de estadounidenses tendrían que haber contratado hipotecas basura de 7 millones de dólares para comprar autenticas mansiones. Y todo esto sin que ninguna autoridad supervisora advirtiera esta locura.

No parece una explicación muy plausible, ya que no hemos visto, como cabría esperar, ni EE.UU. cubierto de tiendas de campaña de desahuciados, ni tampoco millones de mansiones vacías.

O sea, que no parece que las hipotecas basura puedan ser la explicación de las pérdidas. Y si no son las hipotecas basura, ¿Qué es lo que las explica?

La prisa con la cual, algunos defensores a ultranza del libre mercado, han señalado que ahora no era el momento de la economía, sino de la política, solicitando que el Estado garantice el pago de las hipotecas, y la sensibilidad compasiva del presidente Bush que ha resucitado una organización de la época del New Deal Housing Reform de Roosvelt, para inyectar inmediatamente dinero del gobierno en los bancos hipotecarios, dan algunas pistas.

En realidad se trata de una estafa piramidal masiva, amparada por las reglas del mercado.

La secuencia sería más o menos así: Para mantener en alza el negocio inmobiliario, hacían falta clientes. Una vez agotados los clientes con buen crédito, los bancos hipotecarios se fueron a la busca de clientes con poca o ninguna garantía. Para captar a estos clientes, les ofrecieron una cuota inicial muy baja, y en la letra pequeña una actualización enorme de la cuota pasado este periodo inicial.

Ya tenían los bancos hipotecarios, el mercado inmobiliario en marcha y además una bolsa de infelices a los que exprimir. Pero esto no era suficiente, así que mezclaron hipotecas buenas e hipotecas basura creando paquetes hipotecarios, y ofrecieron estos paquetes y sus intereses a otros bancos, que a su vez, se los vendieron a otros bancos y fondos de inversión privados e institucionales.

Como los fondos de inversión, podían conseguir crédito de los bancos a un tipo de interés inferior al rendimiento que obtenían de los paquetes, los fondos no solo invirtieron su dinero, sino que pidieron dinero prestado para comprar más paquetes hipotecarios, y así, obtener más beneficios para el fondo y sus gestores. El resultado, además de pingües beneficios, fue aumentar la demanda de paquetes hipotecarios.

Para atender esta demanda creciente, los bancos hipotecarios rastrillaron más y encontraron más infelices, a los que ofrecieron casas que no podrían pagar. Con los nuevos clientes, crearon nuevos paquetes hipotecarios que tenían cada vez menos hipotecas buenas y más hipotecas basura, paquetes que siguieron el mismo camino que los anteriores. Además algunos bancos, para atender la demanda, vendieron y revendieron los mismos paquetes varias veces aprovechándose de las complejidades y opacidad del sistema financiero.

Un sistema piramidal en toda regla, que se basaba, como todos, en captar cada vez más infelices que pagaran, aunque fuera poco, y en que los fondos de inversión consiguieran crédito a un interés inferior al rendimiento que obtenían de los paquetes hipotecarios.

Es, esta pirámide, y no las hipotecas basura, la que explica las cifras multimillonarias de pérdidas y la propagación de las mísmas desde EE.UU. a todo el mundo y en especial a Europa. Una pirámide con un equilibrio muy delicado, pero que sirvió para amasar autenticas fortunas a inversores y especuladores de todo tipo.

El equilibrio se rompe cuando a los aprendices de brujo de las finanzas se les va la mano y suben bruscamente los tipos de interés: Los infelices dejan de pagar sus hipotecas, los bancos hipotecarios dejan de pagar a los fondos de inversion los intereses de algunos paquetes hipotecarios, los fondos a su vez dejan de pagar a los bancos los intereses de los créditos multimillonarios que habían solicitado para comprar paquetes hipotecarios, creando una espiral imparable, que se ven obligados a detener los Bancos Centrales ofreciendo dinero barato a los bancos, para que puedan refinanciar los créditos especulativos impagados. Finalmente el proceso se estabiliza cuando los bancos anuncian pérdidas millonarias y sus acciones se desploman.

Hasta ahora parece que los únicos estafados son los infelices de las hipotecas basura, que además de perder su casa y sus pocos ahorros, cargaron con la culpa del problema por su “irresponsabilidad”.

¿Pero de dónde salió el dinero que prestaron los bancos para alimentar la pirámide? En primer lugar de la Bolsa, donde otros infelices pagaban todas las acciones que ofrecían los bancos para obtener dinero fresco, a unos precios muy elevados ante las noticias de espléndidos beneficios, noticias que eran en realidad propaganda interesada de supuestos analistas financieros neutrales.

Cuando a final de la espiral los bancos anuncian pérdidas, y sus acciones se desploman, los bancos y su entramado financiero las pueden recomprar a un precio muy inferior al de venta. El resultado: miles de millones que desaparecen de los bolsillos de los aprendices de capitalista y terminan en los bancos, que así "estabilizan" su situación.

Pero la traca final es el dinero de los Bancos Centrales, que sale de los impuestos de ciudadanos y empresas, que es lo mismo que decir los ciudadanos otra vez, para apuntalar los créditos de los especuladores y el equilibrio financiero de los bancos después de que sus gestores les hayan vaciado o aligerado la caja.

El resultado final es una gigantesca marea de dinero de muchos hacia unos pocos que controlan las llaves y reglas del sistema financiero. Una estafa en toda regla.