17 junio 2015

No, Manuela Carmena no.


El episodio de los tuits de Zapata revela, una vez más, que hay dos visiones irreconciliables en la política de este país.

Por una parte están los vencedores de la guerra civil, cuyos herederos directos e indirectos detentan el poder jurídico, económico y político mediante mecanismos de cooptación, nepotismo y corrupción. Nunca han creído en la democracia ni en sus valores, solo toleran, como mucho, la alternancia con un partido, si está corrompido mejor, que le sirva de muleta para dar una apariencia de sistema parlamentario. El PSOE y la UGT se han prestado historicamente y se prestan a ese papel de punching ball. 

En el otro lado estan los vencidos. A pesar de todas las evidencias en contra, se convencieron de que con la Transición habían ganado, que la democracia finalmente había llegado y miraron para otro lado cuando personajes como Fraga, firmante de condenas de muerte, y otros de su calibre redactaban la Constitución. Con una ingenuidad que ahora, vista con perspectiva, resulta patética se convencieron de que los vencedores habían abjurado de su pasado totalitario y abrazado la causa de la democracia. Así, que tocaba perdonar y olvidar, aunque fuera sobre miles de asesinatos silenciados en la cunetas. ¡Cómo han debido reírse  los vencedores en sus cacerías, sus campos de golf, sus palcos y sus cortijos al ver que los consideraban unos demócratas!

Para los vencidos en la guerra, la Constitución y la democracia eran su victoria en la paz y se abrazaron a ellas, por esto y por convicción.  Firmaron la paz porque creyeron, o quisieron creer, que la otra parte también lo había hecho.

Pero en realidad no fue  así, y es este malentendido fundamental el que ha lastrado a los vencidos, los demócratas, que actúan como en la paz mientras la otra parte lo hace como en la guerra. Los vencedores de la guerra, sus herederos, acólitos y cómplices no son compatriotas en un juego democrático buscando lo mejor para el país, son el enemigo y punto. Mientras no sean derrotados y desarmados viviremos en una neodictadura. 

No, Manuela Carmena, no hay reinserción posible para las Esperanzas Aguirres de este país, solo condena perpetua fuera de cualquier institución pública. Es una ingenuidad, por tu parte, actuar con Zapata como las cebras del Serengueti con los leones cuando estos han cazado una presa. Se centran en sus cosas de cebras como si el hambre de los leones no fuera a continuar al día siguiente.

Ahora Manuela, vas a tener a menos gente que te defienda cuando vayan a por ti, y lo harán tenlo por seguro. Ojalá me equivoque, pero parece que, después de todo, solo eres una cebra mas y a todas las cebras nos gusta morir de viejo.