19 septiembre 2006

La Sencillez

Se atribuye a Adolf Loos, la frase según la cual la falta de ornamentos, la sencillez, era una señal de energía espiritual.

La historia de la creación artística y científica parece avalar la afirmación del arquitecto austriaco, que se atrevió a plantar delante de las ventanas del Palacio Imperial de Viena, una casa totalmente carente de adornos; funcionalidad en estado puro.

Cuando a Einstein, le indicaron la posibilidad de modificar la expresión matemática de una de sus teorías, introduciendo algunos parámetros, para de este modo acomodarla a los resultados experimentales, éste se negó en redondo argumentando que se quebraba la simplicidad, la simetría, la belleza de su teoría.

En ciencia, se aplica en ocasiones la llamada "Navaja de Ockam", seleccionando como correcta, entre dos teorías que explican una misma realidad física, la de mayor sencillez.

Las grandes leyes de la Física, desde la gravitación, hasta la que explica la transformación de la materia en energía, son de una escalofriante sencillez. Pura energía espiritual.

En el arte, el adorno innecesario, el retorcimiento de los estilos artísticos coincide en general con su fase de decadencia, cuando la energía espiritual de la idea original esta ya exhausta.

El arte primitivo, es sencillez y economía de medios extrema, al menos mientras se mantiene como expresión del espíritu de un pueblo, irradiación material de su energía espiritual.

La evolución de los estilos arquitectónicos, como el Barroco, expresión final, ultimo estertor creador, de un tiempo que inevitablemente se va: el del prestigio y poder total indiscutido de la Iglesia Católica, es con su profusión de innecesarios adornos, un poderoso ejemplo de la falta de sencillez, como señal de carencia de energía espiritual.

Quizás tendríamos que aplicar con mas frecuencia la Navaja de Ockam en nuestra vida diaria, para descubrir a los embaucadores y charlatanes de toda laya. Serán fáciles de identificar, la utilización del adorno, del eufemismo cínico, para encubrir su trivialidad y sus mentiras los delatará.

Dedicado a un queridísimo amigo, que me ha obsequiado últimamente con una muy buena noticia. Él es, si nos olvidamos de sus veleidades con la decadente pintura veneciana, ejemplo de sencillez, muestra segura de su energía espiritual, de la cual, los que tenemos la suerte de conocerlo hemos disfrutado tantas veces.