01 mayo 2007

Elogio del Mito

En 1927, un físico alemán: Werner Heisenberg enunciaba el denominado Principio de Incertidumbre, según el cual hemos de elegir, entre conocer con precisión donde está una partícula, o bien con que dirección y velocidad se mueve. Afirmaba así, de manera indirecta, la absoluta imposibilidad de conocer la materia, ya que una vez capturada con precisión la situación de una partícula, en el mismo instante su movimiento, desconocido, ya la habría colocado en algún otro lugar. De modo análogo en el mismo instante de capturar con precisión la velocidad de una partícula su posición real nos resultaría desconocida.

Esta realidad física no tiene sin embargo ninguna repercusión en nuestra existencia sensorial cotidiana, estando como están nuestros sentidos construidos de la misma materia inaprensible que pretendemos conocer, actúan como filtros capaces de crear la realidad virtual que nos hace ver las construcciones de la materia, que constituyen nuestro Universo, en lugares y con movimiento conocidos.

Quizás, la frustración acerca de nuestra incapacidad esencial para conocer el mundo REAL, el reconocimiento de la virtualidad del Universo, como producto individual de nuestros sentidos, fue el impulso básico para el retorno apasionado al mundo de las ideas, universos virtuales de valores, juicios y prejuicios que libres de una matemática capaz de demostrar su virtualidad, constituyen el refugio perfecto para un hombre que, después de la carnicería de la Primera Guerra Mundial, acababa de perder referencias seculares de orden y autoridad. Esta poderosa pasión por las ideas dio lugar a la utopía igualitaria que son los falansterios del Karl Marx Hof en la denominada Viena Roja, y fue la argamasa indispensable con la cual los bolcheviques fraguaron con las ideas de un muy burgués pensador judío, el mayor terremoto de la historia del siglo XX.

Ernst Junger afirmaba que allí donde la ciencia explica la realidad, los mitos, ideales al fin, la interpretan.

Sin las ideas, sin mitos, que permitan dar una interpretación-dirección y sentido colectivo a nuestras percepciones, convirtiendo nuestros universos virtuales individuales, producto de nuestros sentidos, en un universo o imaginario colectivo nos veríamos sometidos a una zozobra permanente que haría imposible nuestra existencia como seres conscientes.

El mito ha formado parte de nuestro arsenal de supervivencia, desde el mismo momento en que nuestro cerebro fue capaz de tomar conciencia de si mismo como ente diferenciado del mundo que lo rodeaba.

El mito solo ha modificado su forma: diferentes religiones, ideologías, cosmologías han jalonado la evolución de la humanidad, para dar acomodo y sentido a las nuevas percepciones virtuales que desde siempre la curiosidad humana, y recientemente sus hijas la Ciencia y la Tecnología han puesto al alcance de nuestros sentidos.

Es cierto que en nombre de los mitos se han cometido carnicerías sin cuento, pero también es cierto que sin el mito quizás no habríamos existido como lo que somos. Es posible que la siguiente etapa en nuestra evolución, sea asumir el papel del mito, no como antagonista sino como complemento indispensable de la ciencia, al hacer posible conciliar nuestro anhelo de saber con el Principio de Incertidumbre.