25 septiembre 2011

Retazos de historia


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En 1871 después de la derrota de Francia por Prusia en Sedan, Francia se vio obligada a pagar como reparaciones de guerra 5000 millones de francos en cinco años. Para asegurarse el pago Bismarck mantuvo ocupadas ciudades de Este de Francia, cuya liberación se iría haciendo efectiva a medida que se recibían las indemnizaciones. Solo el abandono de Paris por parte del ejercito prusiano ya supuso un pago inicial de 200 millones de francos.

El jefe de la casa Rothschild en Frankfurt escribía en agosto de 1871 a su hermano Alphonse en Paris que “el castigo de Francia debe de ser ejemplar para satisfacer a la opinión pública aquí”. Así que Bismarck, a cambio de ceder en sus pretensiones de territorios, exigió que una parte importante de las reparaciones fueran en oro y el resto en táleros, la moneda prusiana de la época. Las pretensiones de Prusia, le merecían a Alphonse Rothschild el siguiente comentario “reparaciones desmesuradas que no solo pueden hundir al país derrotado en el caos económico sino que puede destrozar la economía europea en su conjunto…”. Estas palabras, que pueden recordarnos el trato que se da hoy a Grecia, fueron proféticas de una forma inesperada. Francia fue capaz de devolver en 3 años la astronómica reparación y un rio de dinero inundó, en un tiempo record, el, ya entonces, Reich alemán.

Este dinero conjuntamente con una liberalización de los requisitos para establecer instituciones financieras, así como un boom en la construcción, dio lugar a una burbuja especulativa en Alemania y Austria que estalló el 9 de mayo de 1873, el Viernes Negro, que se llevó por delante el sistema financiero europeo y de EE.UU. del cual tardaron casi un lustro en recuperarse.

En 1920, después de la derrota en la I Guerra Mundial, Francia se tomó la revancha y exigió a Alemania unas reparaciones astronómicas. Una parte de las cuales se cobraban directamente en especie con soldados franceses y belgas destacados en las minas de Alsacia. En este caso la desastrosa política económica alemana, la obligó en 1930 a declarar el impago de la deuda y a la consiguiente crisis económica en 1931. Las terribles secuelas de esta crisis son conocidas.

Al finalizar la II Guerra Mundial, debido al espanto ante la magnitud del desastre, y en mayor medida el anticomunismo, se establecieron para Alemania Occidental una condiciones muy favorables para favorecer su recuperación, no solo fue el Plan Marshall, sino que en 1953 mediante el denominado London Debt Agreement, firmado entre la Republica Federal de Alemania, EE.UU y el resto de países “occidentales” se acuerda por un parte abandonar por estos países la reclamación de cualquier tipo de reparación de guerra y por otra la RFA acuerda pagar únicamente la deuda impagada en 1930, fundamentalmente en manos de instituciones financieras de EE.UU. y Reino Unido, y otros prestamos posteriores realizados a Alemania. En total 32.000 millones de dólares, a los cuales se aplicó una quita, del 50%. Además el pago de los restantes 16.000 millones se alargó a 30 años con algunos pagos ligados a la reunificación de Alemania.

Unas condiciones extremadamente generosas, si se tiene en cuenta la destrucción que las tropas alemanas habían causado. Pero ya entonces, Adenauer defendía, que la RFA iría pagando tanto como pudiera pero no más. En un fenómeno de olvido colectivo y ensimismamiento asombroso los alemanes se consideraban unas victimas más, y ya tan pronto como en 1946 el Länderrat (Consejo de regiones) de Alemania Occidental recomendó a las autoridades aliadas que ante la escasez existente, se redujeran las raciones de comida para las personas desplazadas. El mando norteamericano se limitó a responder que la comida en cuestión era suministrada por otros países europeos que habían sufrido la agresión alemana.

Para Grecia, con una guerrilla comunista que había mantenido en jaque a la tropas de ocupación, las consecuencias económicas y humanas fueron terribles: 2/3 de la marina mercante destrozada, 1/3 de los bosques arrasados, 1000 pueblos borrados del mapa y 1 de cada 14 griegos perdió la vida, un peaje terrible solo superado por la URSS con 1 de cada 11. Alemania con 1 de cada 17 , Francia 1 de cada 77 y Reino Unido 1 de cada 125, en contraste con los tópicos propagandísticos, fueron más afortunados.

A este tremendo peaje economico y en vidas humanas de Grecia hay que añadir, las penalidades y el hambre de 5 años de guerra, mientras que en Alemania solo a partir de 1944 las condiciones de vida empeoraron sensiblemente.

Lo cierto es que durante el siglo XIX con su nacimiento, y en el siglo XX para acomodar sus deseos de destino especial, siempre centrada en si misma, Alemania ha estado en el origen de todas las catástrofes económicas y humanas de Europa, y sería una ironía que ahora que puede ser parte de la solución no lo haga.

Pero quizás Angela Merkel, la hija del pastor luterano, haya heredado el aroma reconcentrado de las universidades alemanas de preguerra, que tan bien describe Karl Löwith, en su libro “Mi vida en Alemania antes y después de 1933” cuando nos da cuenta del éxito de las clases de su maestro Heidegger, con su concentración en la idea de desear “aquello que es necesario” sin preocuparle las consecuencias, ni siquiera el definirlo, y se encuentre como aquel alumno que al salir de una clase de Heidegger se burlaba “Estoy resuelto pero no se a qué”.

20 septiembre 2011

Capitalismo.Tiempo de guerrillas.


Reconozcámoslo, el Capitalismo ha ganado la guerra.
Ocupa todos los resortes del poder. Los representantes electos y los jueces son ya únicamente, como en los países ocupados por el enemigo, una tapadera para dar apariencia de democracia y legalidad al expolio del ejercito invasor.
Cuando acaba la guerra, es el momento de la guerrilla. Pero atención, que la guerrilla no respeta reglas, la legalidad-vigente-que-nos-hemos-dado-entre-todos, y solo se preocupa de acabar con el enemigo utilizando todos los medios a su alcance.
La guerrilla tiene tiempo, el ejercito de ocupación no. Pasado el ardor inicial, se acomoda y necesita sosiego y orden, algo que siempre le niega la guerrilla.
Todo vuelve a lo básico y emboscar al enemigo día y noche, hasta hacerlo desaparecer es el único objetivo.

Viene la España Imperial....


Es difícil saber cual es el objetivo de la sentencia política, últimamente casi todas lo son, que condena a Otegui a 10 años de cárcel.
Una posibilidad es, que la ultraderecha, acunada por el PP y agazapada en la judicatura, de por descontada la independencia de Euskadi y quiera tomar rehenes para la negociación. Otra, más probable, es que se trate de su intento desesperado de provocar una reacción de ETA que justifique la ilegalización de Bildu y la vuelta al principio.
Salvo que ETA cometa un atentado o se active la “kaleborroka”, en las próximas elecciones vamos a ver como los nacionalistas toman el poder en Euskadi, el PSOE pasa a ser una fuerza marginal, y el PP el enemigo de referencia. Un escenario político ideal para el nacionalismo.
El escenario económico, también es favorable. Hace poco las cajas de Euskadi se fusionaron con el apoyo de Bildu y el regocijo de los empresarios. Ahora son la única caja que mantiene el formato original.
Con una tasa de paro del 10% y una sólida base de I+D integrado en las empresas, aislado de España es una región próspera de Europa.
Pronto España, el resto, en recesión económica, será como Valonia para Flandes, un lastre para Euskadi, la única región manufacturera, que tendrá que buscar sus clientes en el resto de Europa.
Cuando la energía de ambos escenarios converja, la despedida será imparable.
Cataluña, superada la difícil situación actual, tiene capacidad y energía para hacerlo, se encontrará en la misma situación y abandonará el barco.
No creo que en la UE se encuentren voces en contra de sumar socios ricos, homologables y sin problemas.
Y así, más pronto que tarde, será realidad el sueño cavernario de la España limpia de adherencias, eterna , imperial, llena de honra pero sin barcos. Malos tiempos para los náufragos.

18 septiembre 2011

La Economia II-El Dinero


Las cifras de dinero que se manejan son mareantes, fuera de la capacidad de comprensión de la mayoría, la terminología: “inyección de liquidez” o “quantitative easing”, deliberadamente oscura, todo ello hace que se nos escape, que ni siquiera, quizás, nos preguntemos por la naturaleza del dinero. Y sin embargo pocas creaciones humanas han influido e influyen tanto en nuestra vida.
Así, que aquí va otra entrada económica, esta vez para intentar explicar que es el dinero.
El dinero se ha definido de muchas maneras: como una forma de almacenar valor, como un medio de intercambio para facilitar el comercio o como la unidad de cuenta para designar lo que poseemos. A lo largo de la historia y en las diferentes culturas, ha tomado formas diversas, pero hay un elemento común en todas ellas, y es que el poseedor de dinero puede cambiarlo por los bienes o los servicios de otro.
Así que el dinero en esencia es el derecho a una cantidad de trabajo o bienes de otros.
Lo que hace peculiar el sistema monetario moderno no es el significado del dinero sino la forma de crearlo.
Los sistemas monetarios primitivos, hacían énfasis en el aspecto de valor intrínseco, por su escasez o dificultad de elaboración, del objeto representativo del dinero: caracolas, ciertos animales y piezas de oro o plata son ejemplos de este tipo de dinero. Sin embargo esta característica limitaba otra: el dinero como medio de intercambio. Así, aparecieron las notas bancarias, los billetes de banco, que eran representaciones de una cierta cantidad de oro o plata más fáciles de transportar y utilizar y que además daban el derecho al tenedor de estos billetes a recibir del emisor a la presentación del billete la cantidad de oro o plata denominada en el mismo, conservando así el billete un valor intrínseco. La convertibilidad de los billetes en oro o plata, el denominado patrón oro o plata, fue un asunto primordial de los negocios y las finanzas del siglo XIX, ya que, entre otras cosas, la cantidad de dinero que estaba en circulación en un momento determinado venia determinada por la cantidad de oro o plata disponible en el banco emisor. Y aunque las guerras o las ingentes cantidades de dinero necesarias para el desarrollo industrial dieron lugar a varios episodios de no convertibilidad, y descontrol, como el de Alemania en 1932, el descubrimiento de nuevas minas de oro y plata en América y Australia, permitió, mantener el equilibrio entre el dinero en circulación y las reservas de oro o plata de los bancos emisores, durante el siglo XIX y una gran parte del siglo XX.
En 1944, con el resto del mundo destrozado, y EE.UU. concentrando las reservas de oro y plata del mundo y el 50% de la producción del planeta, se celebra la conferencia de Breton Woods donde se decide que todas las monedas tendrán como referencia el dólar, es decir serán convertibles, en una determinada cantidad de dólares EE.UU. y por su parte cada dólar tendrá una equivalencia fija en el oro. Es decir los bancos emisores, excepto EE.UU. , tendrían reservas en dólares proporcionales a la cantidad de billetes de banco emitidos y EE.UU. tendría las reservas en oro, correspondientes a los dólares en circulación.
Este sistema funcionó hasta los años 70, cuando, debido a la Guerra de Vietnam, EE.UU. necesita una gran cantidad de dólares y Francia, sospechando que las reservas de oro de EE.UU. no se correspondían con los dólares en circulación, solicita la conversión en oro de los dólares de su reserva. El subsiguiente deterioro de las reservas de oro, obliga en 1971 al presidente Nixon a cerrar la ventanilla y el dólar deja de ser convertible en oro.
Con esta acción, se inicia una nueva era, que dura hasta hoy, en la cual los billetes de banco no representan valor intrínseco alguno y donde el valor de cada moneda en relación con las otras, se fija en un mercado de divisas en función de su abundancia o escasez y la cantidad de bienes y servicios que se supone que se pueden obtener con cada una de ellas. Las monedas de países pobres y subdesarrollados no cotizan en este mercado y por lo tanto solo tienen valor local.
Pero, ¿Cómo se crea el dinero en este nuevo sistema en el que todo es relativo?. Galbraith decía que el proceso mediante el cual se crea el dinero es tan simple que repele a la razón. Es la era del denominado dinero “fiat”, o sea hágase, donde se concede a unas entidades: los bancos, el monopolio de la creación de dinero.
El método mediante el cual los bancos crean dinero se llama “Fractional Reserve” , y se basa en que los bancos solo necesitan mantener en sus cuentas una parte de los depósitos que reciben. Supongamos, que este porcentaje es del 10% y que en un banco se presenta un depositante con 1000 €, que ha obtenido de alguna manera, el banco registra estos 1000 € en la cuenta del depositante, a continuación se presenta un cliente a pedir un crédito, como el banco solo tiene que mantener un 10%, le presta 900 €, que registra en la cuenta del deudor, el cual a continuación toma los 900 € y paga a sus acreedores ingresando los 900 € en otro banco en la cuenta de los mismos, el segundo banco ahora tiene 900 € más , de los cuales solo tiene que conservar el 10%, así que presta 810 € a un cliente suyo el cual a su vez toma los 810 € y los ingresa en la cuenta de sus empleados en otro banco, el cual ahora dispone de 729 € para prestar, 810 € menos el 10%, y así sucesivamente, manteniendo cada banco solo una fracción, hasta que, una vez descontado el 10%, no queda nada para prestar. En ese momento se habrán prestado 10000 €, o sea el 1000 % de los 1000 € iniciales. Es decir los bancos por el mero hecho de anotar un saldo en las cuentas de los deudores han creado 9000 €. ¡Esto se llama poder!
En la práctica, los bancos ni siquiera esperan a disponer de los depósitos para prestar dinero, sino que prestan el dinero y buscan los depósitos después.
Este dinero creado es totalmente real, y en este mecanismo se basan nuestras vidas, pero lo más importante es que: Todo el dinero creado por los bancos nace como crédito y por lo tanto con la obligación de devolverlo.
Los 9000 € entonces desaparecerían cuando se devuelvan los créditos, pero en realidad esto no es cierto, ya que con el crédito va asociado un interés y por lo tanto, con un interés del 2%, tendríamos que devolver, 9180 €, los 9000 € creados y 180 € más que se tendrían que crear de alguna manera.
Es decir el sistema monetario actual, por su propio diseño, obliga a que crezca continuamente la cantidad de dinero en circulación en una cantidad al menos igual a la necesaria para atender los intereses del dinero ya creado.
Como el dinero representa el derecho a una cantidad de bienes y servicios, esto significa que los bienes y servicios que producimos tienen que crecer constantemente, al ritmo de la creación del dinero.
Vivimos en un sistema condenado al crecimiento donde el sistema financiero determina el ritmo al que debemos de hacerlo.
Pero, ¿Quién crea el dinero original, los 1000 € de nuestro ejemplo y los 180 € de intereses? y ¿Quién fija los intereses?. Ese es el papel de los Bancos Centrales de cada país con moneda propia. El Banco de Inglaterra, la Reserva Federal y, en el área euro, el Banco Central Europeo crean literalmente dinero de la nada anotándolo en la cuenta de los bancos comerciales como préstamo con un interés, que será el de referencia, por debajo del cual, lógicamente, estos no harán prestamos. Los bancos comerciales ponen el nuevo dinero en circulación, para que a cambio entreguemos bienes y servicios adicionales, que soporten este nuevo dinero creado.
¿Qué ocurre, si no creamos esos bienes o servicios adicionales? Si no somos capaces de crear bienes o servicios al ritmo de creación de dinero, o si el dinero se emplea en operaciones especulativas que no generan riqueza, entonces el sistema simplemente deja de funcionar. Y en esas estamos.

12 septiembre 2011

Reflexiones en el 11S



Las víctimas murieron como peces o como langostas, fuera de la historia, en la zona documental que no conoce registros… allí donde el número de los que sufren carece de sentido.
Este oportunista texto de Ernst Jünger, en 1944, cuando ya era evidente para alguien tan bien informado como él, que la derrota era inevitable, refleja sin embargo muy bien los horrores que en este mismo instante sufren millones de seres humanos en el cuerno de África, tan cerca y tan lejos de nosotros como los campos de concentración del Este y sus atrocidades lo estaban de Jünger.
La verdadera dimensión del horror, es únicamente individual, tiene nombre, familia, ilusiones, una historia vital. Fuera de esta dimensión individual, el hombre, quizás por su condición fundamentalmente tribal, es incapaz de comprenderlo.
Solo debajo de la nube de polvo y los cascotes del 11S, en los relatos detallados, con nombres y apellidos, descubrimos la enormidad de la tragedia.
La misma nube, el mismo estruendo, ha cubierto decenas de veces las calles de Bagdad, Beirut y Gaza, pero solo son daños colaterales, porque todo ha ocurrido fuera de la historia, y no sabemos, ni sabremos los nombres de los sacrificados. Como tampoco sabremos los nombres de los niños, mujeres y hombres que mueren de hambruna en este mismo instante.
Los nombres de los 3000 muertos del 11S han sido grabados en piedra, y así inmortalizar cada sufrimiento individual. Sin embargo la ceremonia para honrarlos ha tenido que celebrarse, solo como un espectáculo televisivo, en un Manhantan medio vacío acordonado por temor a un ataque terrorista.
Quizás, como se temía Jünger en 1944, las incontables victimas que hemos dejado en el camino para construir nuestra “modélica” sociedad claman venganza.