21 junio 2011

Mi 19-J

La multitud de un centenar a las 10 de la mañana del 19-J en la Plaza del Encuentro en Moratalaz presagiaba una triste jornada de lamentos: la manipulación informativa, la falta de conciencia ciudadana, zumbaban en el aire. Cuarto y mitad de juventud y resto de pre y jubilados componían el elenco. El anuncio de las normas de la marcha, con falta de resuello y carraspera, por parte del coordinador llegó a las 10 y media. La cosa definitivamente no se animaba y, algo peor, el sol picón de Madrid rascaba ya el cogote. Había más policías que ladrones….Policía nacional: dos furgonetas, Policía Local: dos motocicletas, guardia de a pie: media docena. Mucho walky-talky, Alfa-Charlie, profesional muy profesional. Y así empezó la cosa, por la derecha sin estorbar, el centenar encuadrado por las fuerzas del orden se animó a si mismo buscando la sombra cuando, por razones que todavía se me escapan, la escolta nos detenía en cada cruce. ¡No nos mires únete! le decíamos al pueblo soñoliento que se asomaba en pijama a las ventanas. Y ni nos insultaban, así que debe de ser cierto que el pueblo es sabio. Un helicóptero de la policía sobrevoló la columna. Me puedo imaginar el descojone: Aquí Eco-Delta columna de civiles con gorritos de paja cruzando la A-3 en dirección sur-sureste, positivo, positivo. La policía es a la última que le quitan el cash-flow en tiempos de crisis, así que el artefacto nos sobrevoló varías veces. Nos adentramos en un Vallecas cutre, medio lumpen. Emigrantes se asoman a las ventanas, a los balcones, en paños menores, nos miran entre asombro y risas y se esconden: ¡Esta crisis no la vamos a pagar! ¡Quiero un pisito como el del principito!... rugíamos, pero poco. Las casas, las calles, la gente, a pesar del sol brillante, encogen el corazón. Encima de esta miseria vivimos. Un chino nos vende gorros de paja y silbato modelo manifestación, así que parada técnica para aprovisionarse. Solo la luz de una abuela de pelo blanco que se asoma al balcón para echarnos besos y abrazarnos en el aire, me recuerda que allí una vez hubo un pueblo luchador. Y llegamos al Puente de Vallecas. Nos animamos, otra muchedumbre de cien esperaba. Pancartas, intercambio de consignas y banderas rojas con la hoz y el martillo. No puedo evitar la desazón y que me recuerden la CCCP. Más policía, morroskos de 2 metros, han sacado al equipo titular. ¿No les habrá informado el helicóptero de la composición de la columna?. Coche camuflado y secreta vestido de vaqueros nos observa con perro pastor incluido. Lo dicho: Rubalcaba, Gallardón y Esperanza no reparan en gastos. Me empieza a invadir la melancolía. La plaza medio vacía, somos como bichos que observan con risas los compradores de pan. Y de pronto un milagro, parece un espejismo, la Avenida de la Albufera dirección Pueblo de Vallecas, aparece llena de gente de derecha a izquierda, brillan las pancartas. Miro al fondo y no se acaba la marea de gente. Empiezan los eslogan que ahora retumban con fuerza debajo del puente. Cuando la marea llega y nos engulle, pienso si a lo mejor es posible que ahora de verdad pase algo importante. Gritamos como nunca: ¡El pueblo unido jamás será vencido!. No puedo evitar un escalofrío de emoción. La plaza llena a rebosar y la Avenida de la Albufera, después la de Barcelona, Pacifico: otro grupo y otro más que se unen. Sin darnos cuenta en el Paseo de María Cristina, casi no cabemos y el rio se desborda derecha izquierda al llegar a Atocha. Y vemos más columnas, mas ríos de gente que llegan del sur, el paseo del Prado rebosa. Nunca podré olvidarlo siempre pensaré que yo estuve allí un domingo de primavera. Este Madrid, debajo de una costra a menudo rancia y cutre, rascas y te sale todavía el pueblo del ¡No pasarán!, que te conquista sin quererlo. Son buenos los presagios amigos. Quedan más días de verano, de otoño, de invierno, y si persistimos es muy posible que la próxima primavera tengamos algo nuevo. La pregunta, que nos tenemos que hacer, y contestar honestamente, es si lo queremos de verdad, o solo de boquilla. Los partos no son fáciles, van acompañados de dolor y llanto. Pero el niño nace.