11 agosto 2009

Alemania. Wieder Zurück

Después de 15 años de nuevo en Alemania.
9 de agosto.
Mörfelden-Walldorf. Llegada hotel en polígono industrial cerca del aeropuerto de Frankfurth. Césped cortado todo limpio. Habitación modesta pero impecable. Nada roto. Früstuck en comedor coqueto con pañitos y porcelana de colorines. Nada ha cambiado. Alles in ordnüng. Salida hacía Würzburg. Uno de los 360 principados, ducados, marquesados y otros títulos, en los que estaba dividido esta país hasta antes de ayer.
Würzburg.

Una de las muchas ciudades de aproximadamente 100.000 habitantes con todo lo que tiene que tener una ciudad alemana: Casitas medievales, reconstruidas y originales, palacio barroco y castillo en una loma, siempre lo anuncian en las guías como muy interesante. Yo creo que nadie lo visita. Aquí en la Universidad de provincias fundada por un obispo-duque Roentgen descubrió los Rayos X. Todo un shock, descubrir que el alma alemana tenía un armazón de huesos. Ni se imaginaba las repercusiones de su invento.
El Palacio ducal, una mole barroca impresionante en piedra roja arenisca de las cortadas del Meno. Los jardines preciosos.

Una exuberancia de plantas y flores, aparentemente salvaje, pero si se observa con cuidado, hay un ritmo, una repetición de especies y colores, no podría ser de otro modo. Comida en Lämmle, el corderillo o algo así. Pechuga de pavo rellena de tomate. Muy rico. Para beber, vuelta a los recuerdos: Apfelschörle. Una mezcla de zumo de manzana y agua mineral que solo he visto aquí. Mi alemán sirve para hacer el pedido y hablar con la camarera de sandalias y traje campesino Traktl. Es curioso como acuden las palabras sin llamarlas. Misterios de las conexiones neuronales. Alles Gut ¡¡
Llegada a Rothenburg o. Tauber. Despues de 15 años, de dejar al Dani en el Goethe Institut. Alojados en el hotel familiar Spitzweg en honor del pintor romántico alemán del mismo nombre.

Una casona del 1536 perfectamente restaurada, con habitaciones de casa de muñecas. Por todas partes reproducciones de cuadros de Spitzweg, un enamorado del paisaje de Rothenburg donde además ejerció de farmacéutico.
La ciudad es como un parque temático, bien pero acaba por no emocionar.


Lleno de tiendas con Kerzenmuhle, ángeles músicos regordetes y relojes de cuco hasta aburrir. Heladería de un tal Ips. Su abuelo llego con hielo de los Dolomitas y se puso a hacer helados y ahí siguen. Según Cruz muy ricos, yo: Prohibido.“Verboten von dem regierung”.
En la guerra de los Treinta Años Rothenburg se salvó de ser arrasada al ofrecer al mariscal mercenario belga Lilly vino de las laderas del Tauber. El belga lo bebió y, en plan bravucón, prometió respetar el pueblo si alguien se bebía una cántara de aquel vino sin respirar. El alcalde de la época se bebió los tres litros y pico y millones de japoneses le están agradecidos. Las guerras entonces no estaban sometidas al designio mecánico. Wurzburg tuvo peor suerte en la Segunda Guerra Mundial: tenía 107.000 habitantes cuando los aliados decidieron arrasar todas las ciudades alemanas de más de 100.000 habitantes. La dejaron reducida a escombros por pasarse un poco. Los aviadores ingleses no tuvieron ocasión de probar el vino blanco de las laderas del Meno.
10 de agosto. Ciudad Imperial de Nuremberg…. Continuará