07 agosto 2005

Asimetrías

Estos días anda la prensa atareada, con el asunto de los derechos históricos de Cataluña y Zapatero y el PSOE han decidido que por ahí “no pasarán”.
Parece ser, que nada se puede reclamar, antes de nuestra Constitución vigente. Con ella, se inició el “Big Bang” de nuestro Universo democrático, como si en nuestros “padres constituyentes” estuviera, por alguna razón oculta, contenida toda la materia con la que se han de amasar nuestras libertades y convivencia por siempre jamás.
Sin negar, que gracias a la Constitución hemos disfrutado del periodo de paz y, quizás prosperidad material, más prolongado de la atribulada historia de España, no se pueden olvidar, las condiciones en las que fue necesario pactar nuestra Constitución, aplazando la tarea, secularmente pendiente, de firmar un acuerdo, pactado en condiciones de libertad, por el que se establezcan las condiciones y objetivos de convivencia común de los pueblos que forman España.
Este acuerdo no puede olvidar, ni lo que somos, ni lo que fuimos, es decir nuestra historia, lo que incluye, entre otros, los derechos históricos, para construir sin prejuicios de manera pactada por primera vez en nuestra historia un común queremos ser. Pero este acuerdo no será posible mientras rechacemos como inaceptable todo lo que no encuentre respaldo en la Constitución vigente.
La inflexibilidad, en lo que toca a los derechos históricos y a la definición de Nación, se torna en maleabilidad cuando se formulan propuestas y se promueven políticas, que en aras de las leyes universales del mercado, disgregan y debilitan nuestra sociedad mucho más, que el reconocimiento de cualquier derecho histórico.
No se pone el “no pasaran”, y se acepta, como si de una ley de la naturaleza se tratase, el hecho de que para afrontar el pago de una vivienda sea hoy necesario el sueldo de uno de los cónyuges, es decir la imperiosa necesidad de ambos cónyuges de trabajar en un mundo de largas jornadas y flexibilidad laboral.
Es este modo de vida, que hace del cuidado de los hijos una tarea de fin de semana, donde se vuelca en recompensas materiales a los hijos, la mala conciencia de abandono semanal, el que puede estar incubando una disgregación y empobrecimiento de nuestra sociedad, en el amplio sentido de la palabra.
Disgregación y empobrecimiento que preocupan, cuando trata de los males que se pueden derivar de reconocer cualquier cosa que no se pueda encontrar en la “masa vital” de nuestro “Big Bang” constituyente, pero que se ignoran, como problemas económicos a resolver, en la práctica pólitica de partidos y sindicatos. Hay ciertas asimetrías de juicio, que de puro ilógicas se tornan sospechosas, acerca de hasta que punto la dirección de los partidos “constitucionales” no es ya una simple prolongación, con variantes para cubrir todo el espectro del mercado, de la tecnoestructura de la empresa moderna.
Y para sospechosa asimetría, la de la Iglesia Católica, que se preocupa más de la composición sexual de la pareja que de su viabilidad material en la crianza de la prole. Será, que para esos pequeños detalles materiales, alejados del negocio principal, ya tienen un “outsourcing” con el Todopoderoso que se ha ocupado desde siempre de la alimentación de los pajarillos del campo…