05 octubre 2011

¿Qué hacemos en la UE?


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¿No es momento de preguntarse que hacemos en la UE? .

Un colega que se declara euro entusiasta, cuando se le pregunta por las ventajas de pertenecer a la Unión Europea recurre a tres ejemplos: Las subvenciones, es decir los centenares de banderitas azules que apadrinaron toda clase de obras, la sensación de entrar en Suecia sin que te hicieran pasar por una trampilla y te pidieran el billete de vuelta y, faltaría más, lo cómodo que es viajar sin tener que cambiar dinero.

Pueden parecer triviales pero, a fuer de repetidas, se han colado en el subconsciente colectivo de tal modo que solo por hacerse la pregunta el interlocutor te mira fijamente para asegurarse que no estás de broma, y una vez confirmado te escudriña en busca de alguna señal de demencia. No es cosa de desmontar aquí, con detalle, los ejemplos del colega, pero si rebatirlos con algunos ejemplos igual de simples y unos pocos datos. Vamos allá.

Todos hemos pasado delante de la dichosa banderita, que con frecuencia ocultaba detrás un monstruo amarillo con letras negras “Liebherr”, al entrar en los edificios oficiales o aparcamientos, los scanner y las maquinitas para validar el ticket son “Made in Germany”, los trenes del “milagro español” de la Expo fueron franceses gracias al chantaje con ETA, pero las máquinas eran de SIEMENS. Fene no tiene nombre alemán, pero si una enorme grúa puente ociosa, con el letrero ASTANO, desde que nos unimos al club. El trabajo está en los reconvertidos astilleros para barcos de lujo de Kiel. El mismísimo honorable Pujol viajó a Wolfsburg para asegurar a los alemanes de Volkswagen la subvención, con dinero prestado por bancos alemanes como ahora sabemos, para que por favor siguieran fabricando sus coches en Barcelona. Bueno, esto pueden parecer meras impresiones, ejemplos aislados, pero los que echaban las cuentas, entonces en Bonn, lo tenían claro: Con banderitas, turistas gastadores y todo éramos un gran negocio, nuestro déficit comercial con Alemania desde 2000 a 2007 pasó 10.000 a 25.000 millones de Euros y en 2009, en plena crisis, fue de 15.000 millones. ¿Será que tenemos adicción? La explicación merece un capitulo aparte.

Yo también recuerdo el bochorno, casi vergüenza, que daba llegar a la aduana con aquel pasaporte verde, con el estigma franquista en la portada, pero también la envidia que daba ver pasar sin control alguno, en el aeropuerto de Frankfurt, a kuwaitíes, y norteamericanos (estos tenían puerta especial). O sea que la cosa del libre paso ha tenido y tiene que ver poco con ideales compartidos y mucho con dinero y poder. Mi casera de Karlsruhe me miraba atravesado hasta que supo que cobraba de la SIEMENS.

El argumento más sólido a favor de nuestra permanencia en la UE es, contra lo que pudiera parecer, el último. Todos hemos multiplicado mal el cambio, y buscado con desesperación en el aeropuerto la chocolatina que costaba justo las monedas que sobraban. Todo hasta que se descubría que con el Deutsche Mark se podía pagar el hotel y muchas cosas, en casi cualquier lugar de Europa, de Paris a Budapest. No son argumentos sólidos, lo sé. Además el euro entusiasmo, es el resultado de huir de nosotros mismos, de un país que no nos gustaba, y no la búsqueda de amigos comunes. Y esto tiene un componente irracional difícil de combatir.

Así que en una próxima entrada vamos a explicar uno de los planes alemanes para salvar a Grecia: Se llama Projecto Eureca y nos puede dar idea de cómo se las gastan los amigos en el club al que nos hemos unido.

No puedo resisitir la tentación de meterme con Zapatero, al que sus colegas de la UE no le han ahorrado el último trago amargo. Él que no se levantaba al paso de la bandera norteamericana, el heroe de Irak, el de la Alianza de las Civilizaciones, nos deja metidos en el sinsentido de Afganistan y en en una trágica coda final, nos une al Escudo Antimisiles de USA, que creará en la base de Rota 1000 puestos de trabajo 1000, de "alta cualificación" en la hostelería, sin contar el refuerzo de trabajadoras del amor, que podrán dejar el centro de Barcelona para evitar abochornar a los cristianos del "seny del eixample".