07 mayo 2010

La Crisis. Una plaga de langostas

Uno de los efectos menos señalados de la Gran Recesión es que en conjunto ha supuesto una gigantesca transferencia de dinero, muchos billones de euros, a unos pocos, probablemente solo un centenar de entidades financieras controladas por muy pocos individuos. Son los que en el Gran Casino de las finanzas se han llevado las ganancias acumuladas en varias décadas de altísima productividad. Porque el dinero no ha desaparecido, solo ha cambiado de manos.
Esta casta de hipermillonarios vive totalmente al margen del resto de la sociedad, son como extraterrestres, y actúan como tales. No carecen de lógica, solo que es ajena a la del resto de los mortales. Alcanzado todo lo deseable, solo les excita una ambición, y una codicia proporcional al tamaño de sus fortunas, o sea inmensas. La combinación de una acumulación de riqueza jamás vista con la tecnología de ordenadores y comunicaciones de nuestro tiempo, es algo único y los convierte en una especie de plaga de langostas que ayer aterrizaba en los mercados de materias primas: petróleo, arroz, grano.. y ahora en Grecia, los bonos de España, el Euro,.. y mañana quien sabe. No es ninguna conspiración, las langostas no conspiran para convertirse en plaga, son intereses comunes y condiciones favorables, como en el caso de las langostas, las que lo hacen posible.
Una vez que asolan un territorio, continúan en el siguiente. Alimentarlas no las aplaca, solo las anima a continuar. Sus reacciones son , al igual que las nubes de langostas , impredecibles y los daños que pueden causar enormes.
Algunos, como las agencias de calificación, colaboran en la periferia de la plaga, alimentándose de los restos. Confían en que sus servicios sean recompensados y la plaga los respete. Muy pocos lo logran. Hay expertos, liberales se llaman, que la jalean. Creen que pueden cabalgar el peligro. Se equivocan.
Es cierto que algunos cerditos han, hemos, construido la casa de papel y es preciso enmendarse. Pero el lobo, la plaga, existe.
Hay que acabar con la plaga, con insectididas como medida de emergencia, y sobre todo cambiando las condiciones, el entorno favorable, regulando estrechamente los mercados y prohibiendo ciertas prácticas si es necesario. Pero ha de ser en todo el mundo. Eliminando los refugios. Es una emergencia planetaria , igual que la amenza. Todo lo demás es arañar la superficie del problema, distraerse con las migajas. Si las langostas se dignaran mirarnos, quizás lo hacen, se partirían de risa.