24 junio 2007

La Energía 3

Hace unos días tuve ocasión de visitar en Madrid el Centro de Investigaciones Energéticas CIEMAT. La visita fue muy interesante por varias razones, en primer lugar tuve ocasión de ver una máquina, el Stellerator, de las pocas que existen en el mundo donde se realizan experimentos relacionados con la fusión nuclear. Es decir el método, intrínsecamente seguro, por que se espera obtener energía de manera casi ilimitada si originar ningún tipo de contaminación o residuo.

Para los no familiarizados con estos asuntos, las centrales nucleares de hoy producen energía rompiendo átomos, fisionándolos. En este proceso ínfimas porciones de materia se transforman en grandes cantidades de energía a la velocidad de la luz: 300.000 km/seg elevada al cuadrado, o sea una barbaridad de diez ceros. Son las centrales de fisión. El problema con estas centrales, es que al partir los átomos se producen otros átomos muy radiactivos, los famosos residuos, que no sabemos como almacenar y cuya actividad radiactiva se prolonga, en algunos casos, cientos de miles de años. Además, una vez iniciado el proceso de romper-fisionar los átomos, tiene la mala costumbre de continuar por si solo, aumentando su intensidad, sin ayuda externa , salvo que se tomen una seria de medidas de control en el diseño y operación de las centrales nucleares, que nos permitan mantener la fisión bajo control. Chernobil es un ejemplo de fallo de las dos medidas: diseño y operación, y Three Mile Island de fallos en la operación.

Las centrales de fusión transforman materia en energía conforme a la misma fórmula, pero fusionando átomos en lugar de partirlos. En este proceso no se producirían residuos radiactivos, y además la propia física del proceso evita que continúe por si solo. Es decir el Santo Grial de la energía.

¿Entonces que pasa que no tenemos estas centrales funcionando por todas partes? La respuesta es fácil, y la solución complicada como veremos. Los átomos, se llevan muy mal y se repelen entre sí y no hay manera de que se junten salvo que los aceleremos y convirtamos en una especie de nube de gas a más de 20.000.000 de grados centígrados. Si, no he puesto ningún cero de más.

Como no hay recipiente capaz de aguantar esta temperatura, los físicos tratar de resolver el problema de mantener esta nube de gas: plasma, en levitación en el interior de una especie de Donuts gigantes, mediante campos magnéticos. Y aquí entramos en terrenos muy complicados, ya que se necesitan cantidades inmensas de energía para conseguir el plasma y después para mantenerlo en su sitio, en el centro del Donuts, al ser la criatura bastante inquieta. Lo bueno de esto es que con cualquier fallo se apaga el asunto, y lo malo, es que hasta ahora, los experimentos con más éxito han gastado mucha más energía de la que han producido. A todo lo cual hay que añadir todas las complejidades imaginables, desde como medir cosas que están a 20 millones de grados, hasta los sistemas de todo tipo necesarios para mantener el plasma en su sitio.

En el CIEMAT, con una instalación muy compleja, cuyo mantenimiento nos cuesta 3.000.000 de € al año, se estudia solo el plasma sin intentar producir energía y consiguen los 20.000.000 de grados durante unos pocos minutos.

Los científicos del CIEMAT, nos aseguraron que en el caso más favorable, con recursos ilimitados, no habrá un central de fusión antes de 25 años. Tales son los retos técnicos. Si a este tiempo le sumamos el tiempo necesario para industrializar la fabricación de los componentes de la central de fusión y sus repuestos, no habrá energía de fusión antes de 35 años o más. El Santo Grial está lejos todavía.

Pero nos dijeron algo más en el CIEMAT, que aunque hoy decidiéramos construir centrales nucleares de fisión o centrales de carbón de baja contaminación, nos tendríamos que esperar de 10 a 15 años como mínimo ya que la capacidad de la industria mundial para ese periodo ya la ha comparado…. China para ese periodo.

Así que a corto plazo hay tres cosas que se deben hacer: Ahorrar energía, optimizando su uso, usar fuentes de energía alternativa: Eólica, Solar, etc., y decidir que alternativa a medio plazo, entre la que no se debería descartar las centrales actuales de fisión, vamos a usar hasta que llegue el Santo Grial.

Las tres acciones son necesarias, y van a requerir mucho coraje, tanto para explicar la necesidad de construir nuevas centrales nucleares, como para imponer restricciones, en lugar de subvenciones millonarias, entre otras, a las 34 empresas que consumen aproximadamente el 13 por ciento de la electricidad que producimos.