26 septiembre 2008

¿Quien se ha llevado el dinero?

En ¿Quién se ha llevado mi queso?, un folleto de propaganda neocon,
que nos han colado como libro de autoayuda, hay un personaje que no
tiene nombre, que no es ni ratón ni personita, y sin embargo es el
más importante de la historia: El que pone y quita el queso de la
Central lechera Q. El queso que gobierna la vida de ratones y
personitas aparece y desaparece por efecto de algo invisible, acerca
del cual mejor, recomienda el autor del librito, no hacerse preguntas
si queremos tener éxito.
Ahora en una versión real de la parábola de ¿Quién se ha llevado mi
queso?, nos dicen que no hay liquidez, que ha llegado la crisis.
Bancos de inversión, bancos hipotecarios y compañías de seguros por
allá, e inmobiliarias y quizás pronto algún banco por acá, anuncian
pérdidas multimillonarias. Expertos de todo tipo nos explican las
pérdidas, pero ni el menor intento de contarnos a donde han ido las
ganancias. Pero los ganadores están ahí, como una manada de ganado
desbocado fuera del corral, dando cornadas; hoy subiendo el precio
del dólar, mañana el del arroz, abalanzándose luego sobre los Bonos
del Tesoro. Cualquier cosa que les asegure su fortuna, y las fabulosas
ganancias a las que estaban acostumbrados. Así, que ahora estamos en
fase de tranquilizarlos, a golpe de billones, para conducirlos de
nuevo al corral. Y dentro de un tiempo, cuando
entre-todos-superemos-la crisis, volveremos a alimentarlos como
siempre. Y ya que pagamos y vamos a seguir pagando las crisis, nos
merecemos que los expertos, dejen de copiarse lo de la "destrucción
creativa" de Schumpeter, y nos hablen más de Milton Friedman y su
elogio de la codicia, y sobre todo que contesten a una simple pregunta:
¿Quien se ha llevado el dinero?

18 septiembre 2008

Vayamos al grano Sr. Gonzalez

En su artículo de ayer en El País, "El capitalismo en el espejo" el
Sr. Felipe Gonzalez, ex presidente del gobierno, reconoce, "que la
crisis actual ha liquidado el dogma liberal de que el mercado no lo
arregla todo". Algo obvio desde hace tiempo, lástima que hayamos
tenido que esperar a la prueba del nueve que representa la dramática
situación actual, para que Vd.y muchos otros lo afirmen ahora sin
ambages.
Una vez liquidado el dogma, sorprende la aserción, sin elaboración
alguna, de que todas las alternativas al capitalismo son "utopías
regresivas … con poco recorrido y menos consistencia". Una versión
laica del católico "fuera de mi no hay salvación". Pero quizás no haya
que sorprenderse demasiado, cuando además se afirma, a pesar de toda
la información disponible, que "casi la única verdad es que se sigue
sabiendo poco sobre las causas profundas de la crisis".
Ambas afirmaciones ilustran perfectamente un elemento favorito de la
cosmología capitalista: El Mercado presentado como fuerza natural,
apenas conocida, impredecible y tan inevitable como los terremotos o
las erupciones volcánicas, y ante la cual solo caben el asombro, la
resignación, la ayuda a los damnificados y, ya que no hay culpables,
la reparación de los daños entre todos.
Pues parece que no es verdad. Según algunos descubridores recientes de
falsos dogmas, entre los que están destacados articulistas, de los
pocos sospechosos New York Times y WashingtonPost, la única verdad es
que la causa profunda de la crisis, es la ausencia de regulación
convertida en ideología para justificar primero y legalizar después el
ejercicio de codicia desenfrenada de unos pocos. Una pasión bien
humana, lejos de los fenómenos naturales.
Así que por favor, vayamos al grano Sr. Gonzalez y dejémonos de causas
desconocidas e hipotecas "sub-prime" y hablemos de estafa legal
piramidal masiva vestida de elegantes y sofisticados artificios
financieros, donde los hipotecados que han perdido todo son quizás los
únicos inocentes. Meros "recursos humanos", casi otra especie, para
una minoría que considera el planeta como propio y cuyo único objetivo
es satisfacer su insaciable voracidad.

15 septiembre 2008

¿Qué quieren nuestros neocon?

EE.UU. ejemplo del liberalismo económico, tiene sus finanzas al borde
del colapso y la credibilidad de sus instituciones financieras, entre
las que cabe destacar a las agencias de calificación de crédito por
los suelos.
De la magnitud de la catástrofe, habla por si solo el hecho de no
haber sido capaces de salvar de la suspensión de pagos, sin ayuda del
dinero de los contribuyentes, a Lehman Brothers y sólo malvender, para
evitar un desastre mayor, Merryll Lynch.
Parece que no era verdad que un mercado financiero totalmente
liberalizado, con la regulación y la supervisión de los mercados
reducida a mínimos como resultado activo de la administración Clinton,
derogando la Glass-Steagall Act , y el "laissez-faire" de las
administraciones Bush, bajo los sabios consejos de Mr. Chance -
Greenspan, fuera el terreno apropiado para que la mano invisible del
Mercado, una vez liberada de ataduras, ejerciera sus poderes
salvíficos con toda su potencia, y mediante la aplicación de más
mercado resolviera todos los problemas, premiando a los buenos y
castigando a los malos.
A la vista de los Bear Stern, Fannie y Fredie, Lehman Brothers,
Merryll Lynch, posiblemente AIG y quien sabe quien más, parece más
bien que la mano invisible del Mercado ha estado más ocupada en
asegurar los bonos de sus adoradores, que en la salud del sistema
financiero. E. Stanley O'Neal , presidente ejecutivo de Merryll Lynch,
fue cesado en 2007 por su imprudencia en el negocio de la hipotecas
basura, con una indemnización de 160 millones de dólares. Y no ha sido
el único.
Y todo esto pasa sin que nuestros neocon y ultraliberales de
esconder-las-pérdidas-debajo-de-la-alfombra, digan ni una palabra,
salvo para pedir de forma vergonzante, que se viole la sagrada
ortodoxia del Mercado y se intervenga en la gestión de las empresas
con más dinero público, para salvarlas de una crisis de las que sólo
ellas son responsables. Pero no cualquier cosilla, como demuestran los
mohines de insatisfacción ante las "migajas" de Solbes. Quieren el
premio gordo de la liquidez: La Sanidad Pública y la Seguridad Social.
Atentos a las señales.