28 noviembre 2008

Nos merecemos algo mejor que Zapatero

No es ya una novedad ver a nuestro Presidente prometiendo a cada audiencia exactamente lo que quiere oír. A esto algunos le llaman “cintura política” yo le llamo falta de coraje para defender las propias convicciones. Quizás la cosa es más grave todavía y el problema es que Zapatero no tiene convicciones solo un paquete de recetas mal anudadas, que le han ido soltando en los últimos años. La verdad es que con el bagaje político y cualificación personal con las que llegó a Presidente del Gobierno no se podía esperar mucho más. Es en realidad un Mr. Chance.
Sin embargo uno nunca se espera lo peor, y confía que el nieto de un capitán republicano fusilado por la dictadura, miembro del Partido Socialista Obrero Español, haya pasado en economía de la lectura de Quesnay con su “laissez faire, laissez passer, le monde va de lui-meme” y no confíe en la capacidad de la “mano invisible” de Adam Smith para corregir los efectos de. la codicia humana. Salvo que, a base de decir que es guapo se crea Michael Douglas en el papel del tiburón financiero Gordon Gekko en la película Wall Street y piense que la codicia es buena.
Con este hombre nunca se terminan las sorpresas desagradables, y así el otro día se me revolvieron las tripas al escucharle, en respuesta al PP, una defensa sin matices del “Libre Mercado” para justificar su decisión de no intervenir en el asunto de Lukoil. Solo queda una esperanza, por decirlo de alguna manera, y es que no tenga la menor idea de lo que dice a pesar de la que está cayendo como consecuencia del Libre Mercado. Sobre todo si se tiene en cuenta que al mismo tiempo organiza subastas, con cargo a los contribuyentes para inyectar dinero a los bancos y asigna 800 millones de euros para ayudar a la industria del automóvil, por cierto el doble que a su plan estrella de ayuda a la dependencia. Con independencia del juicio que se merece cada una de estas medidas, lo que si es seguro es que no tienen nada que ver con el Libre Mercado. Esta ignorancia y falta de principios sólidos es la que hace a Zapatero más peligroso. Cada vez estoy más convencido de que nos merecemos algo mejor que este personaje blando, voluble y sin coraje. Estoy seguro que se ha arrepentido mil y una veces de salir de Irak de estampida y de quedarse sentado en un desfile ante el paso de la bandera americana con la cara enfurruñada que pone cuando quiere parecer serio. Algunos “izquierdistas” como su otrora amigo Rafael Caldera que seguro que impulsaron estas decisiones están ahora políticamente jubilados y a otros que se atreven a proponer tímidamente la participación del Estado en sectores estratégicos, algo absolutamente ortodoxo para cualquier social demócrata, se les llama al orden con retractación pública de sus pecados incluida.
Una revisión del currículo de los ministros, incluyendo el nombramiento de un conservador radical e integrista católico camuflado como Presidente del Congreso, ilumina bastante bien las “convicciones” de nuestro Presidente.
A lo mejor Jordí Sevilla en su curso acelerado de economía le habló de Schumpeter y su ahora tan manida “destrucción creativa” así que nuestro hombre, que no hace más que recordarnos que nosotros nos adelantamos a todos, se ha aplicado a la parte destructiva del ciclo. Y en esas estamos.