01 marzo 2015

España: Una deuda insostenible.



Más allá, o más bien detrás de la sarta de falsedades del discurso de Rajoy y sus promesas, se esconde una realidad durísima que nos ocultan constantemente:

La insostenibilidad de las cuentas públicas en su configuración actual.

De acuerdo con datos de mediados de 2014, hasta 2018 tendremos que dedicar mas de 20.000 millones de euros al año para pagar los intereses de la deuda. 

Adicionalmente tenemos que hacer frente al vencimiento de bonos, es decir del principal de la deuda, por encima de 60.000 millones al año. 

En 2015 deberemos pagar 30.000 millones de intereses y 129.000 millones de amortización del principal. En total casi 160.000 millones de euros. 

Si consideramos que los ingresos del Estado en 2015, descontada la cesión a las autonomías, son 133.712 millones de euros, es evidente que no podemos hacer frente a nuestras obligaciones. 

¿Cómo se cuadra este circulo? Pues, saliendo al “mercado” y emitiendo nueva deuda pública a 2, 5 10… años para pagar lo que debemos este año y no tenemos. En realidad solo pagamos con la recaudación los intereses y poco más: 35.490 millones es lo que se consigna a esta partida en los presupuestos.




Además de la enormidad de la cifra, supera el gasto de todos los ministerios juntos, la evolución de la misma en el futuro, el gráfico anterior es una foto fija en 2014, su evolución depende de la volatilidad de los mercados al fijar los intereses con los que compran nuestra deuda. 

En la situación actual, con el Banco Central Europeo dándole a la maquina de imprimir billetes, estos intereses son muy bajos, pero aun con bajos intereses, estaremos obligados, en los próximos 10 años, a dedicar más del 20% de la recaudación del Estado al servicio de la deuda. 

Y lo peor es que la cifra puede aumentar tan pronto como el Banco Central Europeo, es decir Alemania, decida que la devaluación del Euro ya ha sido suficiente, por ejemplo si aumenta de nuevo, como parece, el precio del petróleo. 

Y aun así, ni siquiera cuadramos las cuentas, es decir el Estado gasta más de lo que ingresa, con lo cual además de renegociar lo que ya debemos, tenemos que pedir dinero fresco y eso tirando de la hucha para pagar las Pensiones. 


Así que nos digan lo que nos digan, estamos en una situación muy grave y al albur de lo que decidan los “mercados”. Pero nadie dirá nada de este asunto hasta que… pasen las elecciones.

Es evidente que en estas condiciones; tareas como recrear nuestro tejido industrial, fomentar un plan nacional de I+D+i o la calidad de la educación, todos absolutamente necesarios para ser competitivos y tener una cierta soberanía sobre nuestro destino son prácticamente misión imposible.

La reestructuración de la deuda, liberando recursos para ser más productivos y tener más ingresos, es la única salida lógica para nosotros y para los acreedores, salvo que estos últimos tengan un interés estratégico en mantenernos en una situación de servidumbre. 

Si este es el caso, España no es Grecia y nosotros si que podemos amenazar con volar el edificio del Euro de una forma creíble. Es una decisión muy difícil que requiere que seamos conscientes de la situación en la que nos encontramos, de las dificultades a enfrentar , pero también que, de no hacer nada, todo irá a peor para la gran mayoría de españoles. Y hay alternativa: acostumbrarse a la esclavitud. Los pueblos también se suicidan.