11 diciembre 2012

Corcoesto Fiebre del oro.

Olimpias en Grecia, Certej en Rumanía, Kisladag en Turquía y Corcoesto en España. Por extraño que parezca comparten un destino común. Todas han caído en manos de empresas mineras como Eldorado Gold o Edgewater Exploration. Carroñeros con base en Canadá ese gran hipócrita mundial, que cubierto con la hoja de arce y cara de no haber roto un plato va sembrando el planeta de desastres naturales, con sus empresas mineras y petroleras.

Ahora se trata de la fiebre del oro. Con la subida del precio del oro, cualquier agujero con trazas de oro resulta rentable, aunque para ello tengan que abrir gigantescos cráteres y contaminar la tierra con balsas de barro tóxico cargado de cianuro.

¡Ay Corcoesto, Carballo, que vai a ser de ti! Te van a vaciar las entrañas durante diez años, a 60 millones de dólares de beneficio neto al año. Después serás solo un mapa de chatarra y cráteres con un grupo de hombres y mujeres tullidos por la enfermedad, paseando como fantasmas alrededor de una piscina venenosa, recordando los “buenos tiempos cando tiñamos traballo”, sin reparar que ya hace mucho que solo nacen niños marchitos, que la primavera ya no tiene olor ni flores y que los pájaros te evitan dando un rodeo.

Todo esto y más va a ocurrir en nombre del progreso, sin que podamos evitarlo que para eso vivimos por encima de nuestras posibilidades. Y menos mal que te declaran “Proyecto Industrial Estratégico”, no vaya a ser, que de otra manera, hubiera que arrancarle el oro a la tierra con las uñas. ¡Gracias señorito!

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