Mercedes es mi madrina, lo que es una especial relación, al menos en Galicia.
Mercedes es una mujer de coraje, de las que emigraron a Inglaterra, a trabajar donde los ingleses no querían, y allí, limpió desde llagas de ancianos a huevos en una granja, un asunto exótico para mí en aquel entonces
Al cabo de dos años, si sobrevivía, al emigrante le daban
Mi madrina, aguantaba los dolores, de tanta Libertad, a golpe de Optalidon, hasta que decidieron que lo bueno que tenían las pastillitas rosadas, era droga y así dejaron a Mercedes con Libertad y con dolor.
Pero ya dije que Mercedes es un mujer con coraje, así que se inventaba pócimas con una “capotee” y ritos mágicos con “panos quentes” y así siguió trabajando de lo lindo, hasta que la jubilaron, con dos pensiones que no menciono, para que no haya una estampida de currantes hacia la pérfida Albion. Le pagan cada quincena, que los ingleses son muy suyos. Lo dice Mercedes, y será cierto, ya que de ingleses Mercedes sabe más que nadie, aunque ella no lo sepa.
Mercedes, entre Optalidón y Sinagoga, acumuló mucha amargura dentro. Y tiene derecho a ella, aunque a veces nos pese por decirlo suavemente. Yo admiro el coraje de Mercedes, de mi madrina, que hoy sigue entre dolores, aguantando lo que venga por designio divino, como dice ella, mirando hacia el techo de su habitación en la enfermería.
¿Por qué cuento todo esto?, la razón es que Mercedes me contó un chiste, el chiste del que se acuerda y que resume mejor que muchos libros el sentido de
¡Feliz Voluntad Divina amigos!
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