01 enero 2012

2012 Salud y República

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Suena Jeux d`enfants de Georges Bizet, agitado y optimista. Es lo adecuado para despedir un año horrible y enfrentar otro que no promete nada mejor. El día de San José se cumplirán 200 años de la promulgación de nuestra primera Constitución: La Pepa. Una constitución republicana de las más avanzadas de su tiempo. Así que también hay motivos para la esperanza. Y está el 15M que, aunque momentáneamente ha perdido presencia pública, sigue estando vivo en barrios y comunidades y sobre todo en la conciencia de mucha gente indignada ante las consecuencias de un sistema político secuestrado por el poder financiero.


Sin declararlo, las élites que ocupan el poder han tomado al pie de la letra el poema de Brecht y están en la tarea de disolver al pueblo y elegir otro.


Pero hoy es día de deseos, así que el mío para 2012 sería el de la solidaridad entre generaciones. Si hay algo que nos distingue como especie es la conciencia de trascendencia a través de las generaciones. Ni las catedrales góticas ni las imágenes del Universo que recibimos del Vogager I, ni casi ninguna de las creaciones de las que nos podamos sentir orgullosos, habrían sido posibles si sus diseñadores hubieran abandonado ante la certeza de que no verían el resultado ni participarían de los frutos de su obra. El éxito de los pueblos a lo largo de la historia está ligado a su capacidad para integrar en su cultura la solidaridad entre generaciones.


El Capitalismo tiene una visión ambivalente de la solidaridad intergeneracional. Por una parte incentiva el egoísmo personal para aislar y alienar a los individuos y facilitar su explotación, pero por otra necesita seguridad de que las deudas contraídas por una generación van a ser atendidas por las siguientes, y de ahí su “preferencia” por las democracias parlamentarias en lugar de las dictaduras, salvo que estas le garanticen la imprescindible estabilidad. A las primeras les retuerce el brazo cuando es necesario, véase Grecia e Italia y también España, y a las segundas las derriba, a golpe de primaveras reales o inventadas, cuando el tirano de turno se pasa de la raya.


En tiempos de crisis y en el país de “que arreé el que venga que yo ya he hecho bastante” el mantener la solidaridad con los que nos preceden y los que nos siguen será clave para salir adelante y mantener la cohesión social. Por eso es imprescindible oponerse a los sistemas de pensiones de capitalización en favor de los de reparto, y por eso, la solución no está en denigrar la Sanidad Pública, para instalar una Sanidad Privada que convierta la Salud en un negocio, donde los ancianos son despectivamente viejos y ni siquiera entran en la categoría de pacientes, siendo únicamente una molesta anomalía estadística por atreverse a no morir antes de la fecha prevista en el modelo de negocio.


En una sociedad solidaria los que elijan otro sistema de pensiones o de sanidad, deberían de pagar su decisión. Así es, en todos los países a los que admiramos para luego no copiarlos.


Gracias a un sistema donde el 28% de los votos dan patente de corso para manejar el país a su antojo, la derechona acaba de inaugurar la era Mariana, con el teatro habitual y la liturgia de recortes aplicados en lo que tienen cautivo, es decir las nóminas, y metiendo un tajo monumental a lo público, que eso es lo que significa tasa de reposición cero, pero olvidándose de SICAV y bonos.


En estas circunstancias, además de Salud y República, lo mejor que se puede desear es con Arthur Koestler, “que tengan razón por motivos equivocados”.

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