12 octubre 2011

¿Qué pasaría en un mundo con pesetas?


"Las desenfadadas monedas de Italia, España, Portugal, Irlanda y Grecia como, lo que son, un linea de pecadoras bailarinas de cancán" Der Spiegel.

Para entender que significa abandonar el Euro, pongamos un ejemplo. Qué ocurre en la situación actual con los bonos en euros y que ocurriría, si estuvieran denominados en pesetas.

Ahora, los inversores preocupados por nuestra situación económica, venden los bonos del Reino de España y adquieren euros que invierten en otro sitio: Por ejemplo, en Alemania. Como resultado los euros abandonan España y disminuye, el total de dinero disponible, es decir la liquidez.

Si este proceso se prolonga, como es el caso, el Gobierno tiene problemas para obtener fondos a una tasa de interés razonable, ya que los únicos dispuestos a comprar bonos, es decir inyectar euros, son los inversores, digamos, más arriesgados. De acuerdo con el tratado de Maastrich el Gobierno no le puede pedir al Banco de España que compre sus bonos y cree Euros. Esto está reservado al Banco Central Europeo y España no controla el BCE. El resultado, es un proceso en el cual al destinar más dinero a pagar interesés, nuestros recursos en euros disminuyen, lo que interpretan como riesgo de impago, aumentando los intereses y se produce una espiral imparable. Una crisis de liquidez, es decir de falta de dinero temporal, se puede convertir en insolvencia-bancarrota debido a la escalada autoalimentada de  los intereses. Portugal es un buen ejemplo.

Veamos el escenario con los bonos denominados en pesetas. Los inversores venderían los bonos igualmente, pero lo que obtendrían serían pesetas, pesetas que podrían estar devaluadas, pero cuando alguien vende siempre hay alguien dispuesto a comprar. Y el comprador tendría de nuevo pesetas. Es decir el volumen de pesetas disponible permanecería inalterado.

El comprador podría invertir en España o comprar de nuevo bonos, pero si no lo hiciera, y el interés, a pagar para que compren nuestros bonos en pesetas, se disparara, el gobierno podría ordenar al Banco de España que comprara los bonos, convirtiendo la deuda en pesetas. Este simple proceso desanimaría a los especuladores y además el Estado dispondría de la liquidez mínima para funcionar.

Es verdad que este mecanismo, crear pesetas, puede dar lugar a un aumento de la inflación, pero bloquea un proceso, cuya mecánica propia nos lleva directo a la ruina, consecuencia de tener que funcionar con una moneda cuyo flujo y tasa de interés no controlamos.

Claro que con esto no basta, una peseta muy devaluada haría imposible pagar la energía, equipos y servicios que necesitamos. El control de la moneda no es la pócima de la prosperidad y los ejemplos abundan. Pero el proceso de recuperación dependería de nuestra capacidad para crear riqueza, que además sería ayudado por una devaluación de la peseta cuando fuera necesario. Nuestros sacrificios servirían para algo.

Polonia, con su moneda propia, puede ser el contrapunto de Portugal o Irlanda en esta crisis.

El unirse al yugo de una moneda común solo tiene sentido en un ámbito de solidaridad mutua, en los buenos y en los malos tiempos. El compartir moneda con un club de mercenarios avariciosos y despiadados, esto es la UE, es un suicidio.

Claro que no todos se suicidan y entre nosotros habitan los “botones” que han comprado medio mundo bancario gracias a nuestra deuda en euros.

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