01 enero 2009

Madoff , la filantropía judía y otras cosas

Uno de los efectos de la estafa Madoff ha sido poner de manifiesto el alcance de la denominada filantropía judía. El cuadro siguiente muestra una lista, publicada por el New York Times, de las fundaciones filantrópicas que se conoce han perdido fondos y el monto de las pérdidas declaradas.



Son decenas de asociaciones, basadas en donaciones de multimillonarios judíos, que abarcan prácticamente todos los ámbitos de la sociedad norteamericana: salud, enseñanza, educación, cultura, medio ambiente, y un largo etc. A estas se añaden las dedicadas de manera expresa a proteger y ayudar a la comunidad judía en el mundo y en particular a apoyar, con frecuencia de forma incondicional, al estado de Israel. En conjunto constituyen una formidable red de influencia, que por si sola puede explicar la subordinación de la política de USA a los intereses de Israel.
El hecho de que uno de los suyos: un judío, haya estafado no solo a otros judíos sino a organizaciones judías, que al menos sobre el papel, se declaran comprometidas con los más altos ideales éticos y morales, es un agujero en la línea de flotación del mito de la comunidad ideal que corresponde al pueblo elegido. Las consecuencias las iremos viendo poco a poco, pero a tenor de las declaraciones de portavoces de la organización sionista ADL (Antidefamation Leage) no hay que descartar que lo paguemos, en metálico y en especies, los gentiles, culpables de todo lo malo que les pasa. En este caso por no vigilar bien sus dineros.
Algunos judíos han denominado a la estafa de Madoff la segunda Kristallnacht. Salvo que lo único importante sea el dinero y la codicia, la comparación no resulta muy afortunada. Queda por ver quienes son los nazis en esta nueva edición del terrible suceso.
Hablando de codicia, estas organizaciones filantrópicas, como la del premio Nobel Elie Wiesel, cuyo objetivo declarado es “combatir la indiferencia, la intolerancia y la injusticia mediante el diálogo internacional y programas orientados a los jóvenes que promuevan la comprensión y la igualdad”, con el premio Elie Wiesel de Ética como uno de sus programas estrella, no ha tenido ningún problema ético, durante muchos años, en recibir intereses del 12% al 16%, sin hacerse ninguna pregunta acerca de su moralidad. Tampoco la Saphire Foundation dedicada nada menos que a “promover la unidad de los hombres y todas las criaturas vivientes con el planeta en el que viven: Un Planeta, una Familia”, se ha preguntado si algunas criaturas vivientes tendrían que trabajar en régimen de esclavitud en muchas partes del Planeta para garantizarles los suculentos intereses que financiaban sus altruistas actividades.
Quizás si se lo preguntaban pero, siendo un judío el que administraba sus fondos, estaban seguros que los damnificados eran gentiles y despacharon el asunto con la misma frialdad con la que ahora, sus correligionarios de Israel asesinan a cientos de inocentes cada día.
Los ancianos judíos de Florida que lo han perdido todo de la noche a la mañana, después de cobrar sin rechistar durante años los sustanciosos intereses del bono judío, como se denominaba al fondo de Madoff, son historias muy dolorosas que podrían movernos a compasión, pero es muy difícil sentir compasión cuando se contempla el sufrimiento al someten otros judíos a otros ancianos en la franja de Gaza.
Esta sensación de rechazo a los judíos en general, puede y es con seguridad injusta, pero el silencio, con honrosas excepciones como Daniel Barenboim, con el que la mayoría de los judíos, de dentro y fuera de Israel, aceptan las sucesivas masacres y violaciones de los Derechos Humanos que comete el estado de Israel, no ayuda a distinguir justos de pecadores. ¿Cómo interpretar el silencio de nuestro Defensor del Pueblo y judío ilustre Enrique Mujica Herzog y la aprobación mayoritaria, el 70% de los israelies, según el diario Haaretz, de los bombardeos sobre la población indefensa de Gaza?.
Del más que elocuente silencio de Zapatero mejor no hablar, no le vayan a sacar otra vez la foto con la kefia y no lo reciban en la capital del imperio menguante.

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