20 noviembre 2008

No todos los muertos son iguales

Es una obviedad afirmar que todas las vidas tienen el mismo valor, para a continuación conmovernos por la muerte de africanos o asiáticos, solo si se cuentan por muchos cientos de miles. Estos africanos y asiáticos se presentan como individuos amorfos sin familia, ni amigos, ni ilusiones. Es un proceso de deshumanización, que los convierte en otra especie, y como consecuencia nos blinda contra su sufrimiento y muerte que tienen casi el mismo significado que la de los ñus del Serengueti. Las fuerzas de la madre naturaleza en acción.
Cuando muere un humano, un semejante, nos conmovemos, consolamos a sus seres queridos, y buscamos razones de su muerte y soluciones para evitar muertes similares en el futuro. Nos negamos a aceptar estas muertes como una fuerza de la naturaleza.
Las guerras son un buen ejemplo del proceso de deshumanización, que es el primer paso para convertir en moralmente aceptable el asesinato de otros humanos. Los ideólogos de los bandos en conflicto se afanan en adjudicar características y comportamiento animal al enemigo, y en caricaturizarlos como perros, monos, etc.
El caso de la muerte de Alvaro Ussia como consecuencia de los golpes del portero de una discoteca, pone de manifiesto que incluso entre humanos las muertes tienen diferente repercusión dependiendo de la “calidad” del fallecido. En los últimos meses se han producido muertes en diversas discotecas de Madrid, en la que los fallecidos eran inmigrantes de distinta procedencia, estas muertes fueron despachadas como “ajustes de cuentas entre bandas”. Punto final, con los extranjeros ya se sabe.
La muerte de Alvaro Ussia, alumno del colegio del Opus Dei Tabor con apellido ilustre, por el contrario ha dado lugar a una intervención, del normalmente bastante inútil y silencioso Defensor del Pueblo y a que nada menos que la presidenta de la Comunidad de Madrid haya recibido a los compañeros del fallecido. Nada que objetar, pero no hemos visto, ni veremos con toda probabilidad, una expresión similar de sensibilidad de Esperanza Aguirre ni del Defensor del Pueblo, con otras muertes que se han producido y producirán en similares circunstancias.
La reacción del alcalde con el cierre de este local, cuando no cerró otros con incidentes similares, y el apoyo de los medios a una manifestación de los compañeros del fallecido, creo que en el fondo mandan el mismo mensaje que los policías ante la muerte de un compañero, tomándose como algo personal la persecución y condena de los culpables. Es un mecanismo de autoprotección. Las reacciones ante la muerte de Alvaro Ussia, desgraciadamente pueden enviar el mismo mensaje: Tenga Vd. cuidado a quien está golpeando, ya que le puede costar caro. A lo peor pronto nos enteramos que ciertos individuos, ante el temor de los dueños de discotecas y otros locales, actúan con mayor soberbia e impunidad.

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