26 julio 2008

Idomeneo e Ingrid Betancourt

Hace unos días tuve ocasión de asistir a una representación de Idomeneo Rey de Creta de Mozart. Teatro Real, primera fila por deferencia de un colega. Un lugar sobre todo para ser visto. El sonido no se empasta y los héroes y heroínas se reducen a escala humana perdiendo gran parte de su encanto. La orgullosa y pérfida Electra, pone los ojos en blanco al declamar su envidia del amor de Idamante por la bella y dulce princesa troyana Ilia, y ello a pesar, o quizás consecuencia, de la desagradable costumbre de Idamante de escupir ligeramente los versos de amor más expresivos y del aspecto de Ilia, que recuerda más bien a una rolliza nórdica lanzadora de jabalina, que a una sofisticada princesa asiática de Troya.
Ni la orquesta ni la dirección de Lopez Cobos, ni tampoco los interpretes, incluida la desafortunada elección de una soprano con aspecto infantil para el papel de Idamante, me hicieron olvidar mi maravillosa versión de 1981 con la esplendida Julia Varady en el papel de Electra y el dulce lamento troyano de Ilia en el primer acto interpretado por una guapísima Edith Mathis. El tenor Peter Schreier es un Idamante creíble y sus diálogos de amor con la Ilia-Edith, no tienen nada que ver con el contraste forzado de dos sopranos. Karl Böhm y la Orquesta Estatal de Dresde, han sido pocas veces superados, tratándose de Mozart. Y menos en esta ocasión con una Orquesta Titular del Real y un Jesús Lopez Cobos, rematando una interpretación rutinaria, en la que, ventajas de la primera fila, puedo atestiguar que no se implicaron nunca. Incluidos bostezos y cabezaditas durante los recitativos.
La puesta en escena de puro minimalista, raya en lo cutre y desde luego no da pistas de lo que allí esta ocurriendo, con lo cual excepto para los que se hubieran molestado en conocer el libreto, aquello era un asunto inexplicable.
Hablando de cosas inexplicables, la relación de los mortales con los Dioses, unos seres crueles y vengativos donde los haya. ¿Qué necesidad tenía Idomeneo de ofrecerle un sacrificio humano a Neptuno a cambio de su salvación? Quizás pensaba que iba a resolver el asunto con un infeliz, así que cuando Destino le coloca a su hijo Idamante como victima propiciatoria, se queja de la crueldad de los Dioses. Mientras, el pueblo de Creta, desconocedor del drama, le da las gracias y le canta alabanzas a Neptuno. Neptuno un tipo, además de mujeriego, irascible e impredecible donde los haya. Quizás es la faceta de mujeriego de Neptuno, la que lo ablanda ante el amor de Ilia y saca del lío a Idomeneo y le salva la cabeza a Idamante. Y a pesar de todo el susto y sufrimiento, terminan dando gracias al dios del tridente y los Tritones. Lo mismo que Ingrid Betancourt que, en lugar de dar las gracias a la CIA, sale del helicóptero dando gracias a la Virgen, la misma que no se ocupó de ella durante 6 años, y no solo eso, sino que se va a Lourdes a rezarle, con un moñito ridículo y cara de pastorcilla iluminada.
Tiene que existir algo en nuestros genes que nos impulsa a confiar lo que no alcanzamos con la razón a seres totalmente irracionales. Del poder económico de este impulso da muestra las riquezas del Vaticano, sede social de la empresa gestora de un Dios egoísta, no acepta otros, irracional y vengativo como pocos. Al que no se espabila lo joroba sin su presencia por toda la eternidad. ¡Menos mal que solo es esto!

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