26 mayo 2014

¿Estamos mejor? Percepción y realidad.

Decía hace unos días la vicepresidenta del Gobierno que ya se palpaba en las calles otra alegría, que la gente notaba que se acercaba la recuperación.  Quizás la vicepresidenta aleccionada por algún asesor experto, se haya convencido de que la alegría es asunto subjetivo que depende en gran medida de las expectativas, y si algo está claro es que éstas: trabajo, salario, educación, sanidad, justicia han disminuido de forma tan espectacular que cualquier mejora, por insignificante que sea, puede ser motivo de alborozo. Hace bien poco un salario de 1000€ se consideraba una ignominia, hoy para una gran mayoría sería una bendición. Para un padre de familia en la cincuentena, sin salario, ni ayudas durante años, encontrar un trabajo de 800 €, aunque sea temporal y en condiciones de semiesclavitud es un milagro digno de celebración y agradecimiento al señorito. Como debe ser.
Sin embargo hay datos que muestran otra realidad: El riesgo de pobreza publicado por Eurostat nos coloca en cabeza con un 22,2 % solo precedidos por Grecia  con 23,1 %  y Rumania. Incluso los búlgaros con un 21,2% están algo mejor que nosotros. Estos son datos de 2012 y todo hace pensar que no hemos mejorado. El riesgo de pobreza infantil, según datos provisionales publicados por el INE para 2013, alcanza un escalofriante 32,3 %. Además, la brecha social ha aumentado y desde el año 2008 al 2012, en el índice de desigualdad de Eurostat, sobre 100 puntos, hemos pasado de 32  a 35 puntos. Como contraste Portugal, a pesar de la crisis, ha disminuido esta brecha: de 35 a 34 puntos. Alemania, por su parte, ha pasado de 30 a 28 puntos. 
Es decir el paisaje estadístico dibuja un país mucho más pobre, en especial los niños,  y sobre todo más desigual.

¿Cuál es el país real? ¿El percibido o el estadístico?  Si hemos de hacer caso del resultado de las pasadas elecciones, parece que la dureza de las condiciones de vida está acercando la estadística a la percepción en una parte significativa de la sociedad española. Así que hay esperanza.

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