18 septiembre 2008

Vayamos al grano Sr. Gonzalez

En su artículo de ayer en El País, "El capitalismo en el espejo" el
Sr. Felipe Gonzalez, ex presidente del gobierno, reconoce, "que la
crisis actual ha liquidado el dogma liberal de que el mercado no lo
arregla todo". Algo obvio desde hace tiempo, lástima que hayamos
tenido que esperar a la prueba del nueve que representa la dramática
situación actual, para que Vd.y muchos otros lo afirmen ahora sin
ambages.
Una vez liquidado el dogma, sorprende la aserción, sin elaboración
alguna, de que todas las alternativas al capitalismo son "utopías
regresivas … con poco recorrido y menos consistencia". Una versión
laica del católico "fuera de mi no hay salvación". Pero quizás no haya
que sorprenderse demasiado, cuando además se afirma, a pesar de toda
la información disponible, que "casi la única verdad es que se sigue
sabiendo poco sobre las causas profundas de la crisis".
Ambas afirmaciones ilustran perfectamente un elemento favorito de la
cosmología capitalista: El Mercado presentado como fuerza natural,
apenas conocida, impredecible y tan inevitable como los terremotos o
las erupciones volcánicas, y ante la cual solo caben el asombro, la
resignación, la ayuda a los damnificados y, ya que no hay culpables,
la reparación de los daños entre todos.
Pues parece que no es verdad. Según algunos descubridores recientes de
falsos dogmas, entre los que están destacados articulistas, de los
pocos sospechosos New York Times y WashingtonPost, la única verdad es
que la causa profunda de la crisis, es la ausencia de regulación
convertida en ideología para justificar primero y legalizar después el
ejercicio de codicia desenfrenada de unos pocos. Una pasión bien
humana, lejos de los fenómenos naturales.
Así que por favor, vayamos al grano Sr. Gonzalez y dejémonos de causas
desconocidas e hipotecas "sub-prime" y hablemos de estafa legal
piramidal masiva vestida de elegantes y sofisticados artificios
financieros, donde los hipotecados que han perdido todo son quizás los
únicos inocentes. Meros "recursos humanos", casi otra especie, para
una minoría que considera el planeta como propio y cuyo único objetivo
es satisfacer su insaciable voracidad.

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